Es hecho que el Ejército mexicano realiza labores que no le corresponden, sin embargo, sería un desastre que salieran de las calles y dejaran de participar en el fortalecimiento de la seguridad interior.

 

 

También, está por demás decir que el crimen organizado ha rebasado a la autoridad municipal y estatal, que ha llegado a permear en todos los rincones del país, provocando una desintegración cada vez más profunda del tejido social.

 

La falta de oportunidades y de políticas públicas de parte de los gobiernos, que les den garantías a los jóvenes de tener un trabajo digno, con un salario que les de una mínima estabilidad económica, hace más fácil que el crimen organizado pueda reclutar y ofrecer una salida y una opción, aunque sea ilegal, a una buena parte de la población, que encuentra salida a sus problemas económicos.

 

 

Estar en la ilegalidad ya es normal para gran parte de la población, la corrupción y la impunidad han logrado que cada vez creamos menos en nuestras Instituciones, el desprestigio de los malos gobernantes se ha llevado entre las patas a esas Instituciones que día a día salen a combatir el crimen organizado.

 

 

Nuestras Fuerzas Armadas: Ejército, Marina, Policía Federal e incluso las corporaciones de seguridad, estatales y municipales, no tienen la culpa de los malos gobernantes que, con nuestro voto, hemos elegido. Estamos en deuda con ellos.

 

 

La falta de una Ley de Seguridad Interior que regule y de certeza a nuestras Fuerzas Armadas, provoca que hechos donde se pone al descubierto la vulnerabilidad de nuestros soldados, que están en las calles y que en cualquier momento pueden ser víctimas de la delincuencia, como el hecho en Culiacán donde murieron 5 efectivos, que al seguir los protocolos, escoltaban a un delincuente que era trasladado a un hospital en una ambulancia y había sido herido horas antes en un enfrentamiento, para después ser abatidos en una emboscada.

 

 

O el caso de Palmarito, Puebla, en donde en el mejor de los casos, si tuvieron la suerte de regresar vivos, se encuentran con la noticia de ser cuestionados y hasta juzgados por su actuación, por los medios y por la sociedad, poniendo en tela de juicio sus procedimientos o actuación en el “cumplimiento de su deber”. Deber que en muchos casos no les corresponde, sin embargo, siendo objetivos, me hago estas preguntas; ¿Qué pasaría si el Ejército estuviera fuera de las calles?, como lo han propuesto algunos medios y algunos legisladores ¿A quién le conviene que el Ejército este fuera de las calles?, ¿Por qué criticarlos en lugar de reconocer su trabajo?

 

 

Alejandro Marí, a través de México SOS ha manifestado su apoyo legal al militar que aparece en un video donde presuntamente ejecuta a un delincuente. Video que fue editado y subido a redes por el mismo crimen organizado y que la PGR está investigando.

 

 

Evidentemente no estamos de acuerdo en que nadie haga justicia por su propia mano tampoco estamos justificando el hecho. Lo que sí es que tenemos que tener mesura y responsabilidad antes de realizar un juicio. Este soldado ya fue juzgado y sentenciado por algunas voces de la sociedad, cuando el militar debe de gozar en primer término de la presunción de inocencia que todo ciudadano tiene, un proceso justo conforme a derecho –no un linchamiento público o mediático-

 

 

Hace unos días las Fuerzas Armadas de México invitaron a la CNDH a que dejen sus escritorios y se pongan un chaleco antibalas y un casco y acompañen al ejercito, a la Marina o a la Policía Federal en alguno de los operativos, patrullaje o retenes que realizan por todo el país, para que puedan hacer sus recomendaciones basados en conocer la realidad de lo que pasa en las calles de México y puedan tener un poco de empatía con los efectivos que están haciendo su trabajo, todos ellos son gente del pueblo cuidando al pueblo, son hijos, padres, hermanos que día a día, al salir del cuartel no saben si van a regresar vivos, ya que son carne de cañón del crimen organizado.

 

 

No me imagino lo que es estar en medio de una emboscada a fuego cruzado, luchando por tu vida y viendo caer abatidos a compañeros con los que vives y convives todos los días, el nivel de adrenalina que debe correr por tus venas cuando además fuiste entrenado para responder agresiones y defender.

 

 

Dejemos el doble discurso y la hipocresía, mejor exijamos a los legisladores, que son los que tienen la responsabilidad, que le den prioridad a esa Ley de Seguridad Interior que tanto se necesita y al tema de los mandos mixtos para que las fuerzas armadas cuenten con un marco legal, jurídico que les de certeza de los protocolos de actuación y que sepan que el pueblo esta con ellos, no con los delincuentes.

 

 

Levantemos la voz por esos mexicanos que todos los días arriesgan su vida para que nuestras familias estén seguras, devolvamos a las Instituciones la credibilidad y el respeto que se merecen, dignifiquemos su trabajo que es lo último que nos queda como mexicanos.

 

 
@SERGIOMAYERB