Era cuestión de ver.

 

Ricardo Anaya se paseaba en el Centro de Convenciones de Chetumal cual Adolfo Hitler, sin bigote, desde luego, pero con anteojos transparentes.

 

Blanco, pelo escaso, centro de atención, impositivo como Andrés Manuel López, en el primer informe -primaveral por promisorio, no por la temporada veraniega ni los calores de Quintana Roo- del gobernador Carlos Joaquín.

 

Y también era cuestión de ver a gobernadores panistas interesados en quedar bien con su líder y hacer a un lado a Ernesto Cordero por su osadía de no caer en el primero de los pecados capitales de Anaya: la vanidad.

 

Quien en algún momento figuró como Joven Maravilla por su retórica, ha sido pillado en el peor de los delitos por él criticados -la riqueza inexplicable, rayana en la corrupción- y puesto en jaque al país.

 

Nada de Congreso en funciones.

 

Nada de leyes.

 

Nada de fiscales general y anticorrupción si no llevan su aval, recurso utilizado para distraer la atención sobre su enorme fortuna y postrar al PRI-gobierno.

 

Ambos cedieron y vienen las consecuencias para ellos y el país.

 

REUNIÓN DE DIRECTIVAS Y AGENDA

Pero dejemos a ese hombrecito, cuyo patrimonio político puede medirse mitad Adolfo Hitler, mitad Andrés Manuel López.

 

El tema es el país.

 

A sus espaldas -y no puede ser de otra manera-, Ernesto Cordero fue designado presidente del Senado de la República por todas las fuerzas y conduce parte de la vida parlamentaria.

 

Suya fue la decisión de reunirse con su colega de la Cámara de Diputados, el priista Jorge Carlos Ramírez Marín, a fin de dar curso institucional al Poder Legislativo, y ésta es la buena noticia.

 

Los dos hablaron de los temas pendientes.

 

Sí, los cuales pretende detener Anaya.

 

Y Cordero y Ramírez Marín convinieron como hombres civilizados empezar a atenderlos en el Congreso de la Unión; el primero, en el Senado y el segundo, en la Cámara.

 

Y pronto vendrá una reunión de las Mesas Directivas de ambos órganos parlamentarios, y quizá entonces sí veamos avances porque el PRI-gobierno fue postrado por los intereses personales de Anaya.

 

-No veo problema para avanzar en lo que interesa a la nación -me dice Cordero, y yo le creo.

 

-¿A pesar de Anaya? -le pregunto.

 

-Salido lo del fiscal general, y es nuestro primer punto, todo lo demás será fácil -me contesta.

 

Por fin un Poder Legislativo en marcha… contra Ricardo Anaya.

 

GOBIERNO O NEGOCIOS: JOAQUÍN

Entre miradas de desprecio de Ricardo Anaya a Ernesto Cordero, vienen el informe de Carlos Joaquín y una lección de política administrativa.

 

-No se puede gobernar y hacer negocios. O se gobierna o se hacen negocios -sentencia Joaquín en el mejor de sus días, día de recuento, y yo me remonto año y medio atrás.

 

Cuando Roberto Borge frenó la postulación de Carlos Joaquín por el partido de toda su vida, el PRI, y el Gobierno federal cedió a sus chantajes y perdió Quintana Roo.

 

Si aquello no hubiese pasado, no habríamos conocido los uno y mil latrocinios de Borge y su pandilla, por los cuales está preso y por los cuales hay 50 averiguaciones abiertas y 50 altos funcionarios suyos a las puertas de la cárcel.
Compromiso de Joaquín.

 

caem

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