Una gran crisis de confrontación y violencia se asoma ya en el profundo campo mexicano. Es un extremo al que pocos ponen atención pero que puede ser más violento y beligerante que el que se vive hoy en gran parte de las zonas urbanas de México. Y ya se escuchan los tambores de guerra.

 

¿En qué momento de la historia del país está hoy el campo mexicano? ¿En qué condiciones está la tierra y la actividad campesina que aportó casi un millón de muertos en la Revolución Mexicana y del que otro tanto buscó exilio en tierra ajena? ¿Qué ocurrió con toda esa gente que durante más de 50 años entregó su trabajo para la industrialización del país?

 

Para empezar, el 19 de junio próximo, diversas organizaciones agrarias de todo el país se organizan ya para llegar a la capital de México y exigir derechos, para exigir deberes para el campo y exigir, también, ser interlocutores con el gobierno federal para “destrabar el ejercicio presupuestal” que por razones de estrategia política y electoral tiene contenida la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

 

Por ejemplo: Hace unos cuatro años, en los valles de Zamora, Jacona, Tangamandapio, Los Reyes…, agricultores de papa, fresa, frambuesa y hortalizas fueron invadidos en sus terrenos colindantes con la comunidad de Patamban. Eran grupos que se autodenominaban “propietarios originales”.

 

Llegaron extremadamente violentos y con machetes; poco faltó para la confrontación. Estaban dispuestos a todo y exigían las tierras porque querían “formar una nueva región Purépecha”, dijeron. El gobernador Leonel Godoy poco hizo hasta que estalló el problema. Al final la invasión fue contenida, pero no liquidada; hoy ya se escuchan las amenazas de nuevas invasiones.

 

El problema no es sólo la discrepancia entre propietarios y trabajadores del campo que no tienen tierra. El problema del campo tiene que ver, también, con el desahucio; la apropiación de tierras productivas; la bajísima productividad nacional… la pobreza extrema del campesino.

 

La ausencia de apoyos para el desarrollo del campo. La burocratización. Las sequías. Y, lo peor, a ojos vista de los gobiernos federal, estatal o municipal: la entrega de grandes extensiones de tierra productiva a grupos de alto poder político o económico que están creando nuevos latifundios, disfrazados, y a empresas extranjeras que consumen la producción nacional.

 

Según estudios de la UNAM, el campo mexicano vive una de las peores crisis de su historia: deja de ser productivo, está en manos de extranjeros o empresas multinacionales que comercializan los productos y compiten con el pequeño productor; gran parte del territorio nacional ha dejado de estar en manos de mexicanos, como ocurre en Baja California en donde extensiones enormes de tierra y a orilla de playa pertenecen a latifundistas nacionales o extranjeros.

 

Todo a ojos vista de autoridades locales y de la Sagarpa. El secretario del ramo, Enrique Martínez Martínez no da señales de anotar que hay conflictos de tierras y de productividad y de acaparamiento en todo el país. El Pacto por México apenas se refiere al campo y eso, en tono de solución a crisis de productividad. No a lo social. (V. pp. 13-15-29)

 

Según la FAO en un reporte presentado en mayo pasado, dice que la productividad agrícola de México está muy por debajo del conjunto de países de América Latina; que la productividad se estancó a partir de 1990; que México ha perdido soberanía alimentaria y que todavía en 2011 los mexicanos importaban 46% del alimento que se consume aquí. (V. Víctor M. Quintana)

 

Que hay crisis en la producción nacional de maíz, arroz, frijol, hortalizas y que para paliar ausencias de productos, el gobierno prefiere importarlos que estimular su producción.

 

La Secretaría del Trabajo dice que desde finales del siglo pasado y a la fecha, han dejado el campo un millón 780 mil campesinos. Sedesol fija que cada día sale del medio rural un promedio de 600 campesinos. Se quedan en el campo las mujeres.

 

El fenómeno del narcotráfico y la violencia ha dañado la producción y la seguridad. Las familias campesinas de México son de las más pobres del registro de pobreza mundial… Pero también hay concentración de riqueza en manos de neolatifundistas, a quienes apoya Procampo.

 

Y cada día se reportan más confrontaciones violentas entre partes por asuntos de posesión de tierras o trabajo. Hay agrupaciones locales que se organizan ya para iniciar un gran movimiento “a favor del campo y del campesino”: “A como nos toque”, dicen.

 

Hay indignación y confrontación en el campo mexicano. Una mecha que está a punto de estallar, una bomba que nadie quiere “ni ver ni oír”… pero que ya está ahí.