La amenaza de campaña de Donald Trump de aplicar un impuesto a las remesas para financiar la construcción del muro ya tomó forma de iniciativa en el Congreso de Estados Unidos.
Sabemos, porque lo vemos en México en nuestro propio Congreso, que hay una gran cantidad de propuestas que hacen los propios legisladores, que suenan más a una mala broma que a una iniciativa seria.
Sólo como ejemplo del arduo trabajo intelectual y creativo de algunos de nuestros legisladores mexicanos, le platico que un diputado perredista presentó una iniciativa para prohibir el pensamiento mágico.
Ésta y otras tantas ocurrencias convertidas en iniciativas atiborran la congeladora legislativa, junto con muchos otros planteamientos que sí son serios y francamente urgentes. Pero ése es un vicio de nuestro Congreso al que pocas cuentas le pedimos como ciudadanos.
Pero el caso es que en Estados Unidos ocurre algo similar, ya que se presentan miles de iniciativas absurdas, destinadas al fracaso. Sin embargo, algunas logran transitar el proceso legislativo y dan vida a normas como aquella en el estado de Kentucky, en donde la ley manda a los ciudadanos a bañarse al menos una vez al año.
Hoy ya cobró forma una iniciativa impulsada por varios congresistas republicanos para financiar la construcción del muro fronterizo que tiene en la cabeza Donald Trump, a través de aplicar un impuesto de 2% a las remesas y envíos electrónicos de dinero que salgan de Estados Unidos.

 

 

Su nombre en inglés es The Border Wall Funding Act of 2017. Está patrocinado por los legisladores Mike Rogers, a la cabeza, junto con Mo Brooks, Lou Barletta y Matt Gaetz. Claramente busca aplicar ese gravamen de 2% a todas las remesas o transferencias electrónicas que se realicen hacia el sur de la frontera de Estados Unidos.
Agrega este planteamiento legislativo que se dedicaría una porción de esos ingresos a fondear la propuesta presidencial de construir el muro fronterizo.
Una iniciativa tan dirigida a afectar a los mexicanos y, de paso, al resto de los latinoamericanos no resistiría una controversia en la propia corte estadounidense. Pero aun logrando superar los obstáculos legales, la realidad es que se fomentaría un mercado negro de transferencias y se crearían mecanismos creativos para que los dólares crucen la frontera sin pagar ese impuesto.
Parecería complicado que una propuesta de este tipo lograra el apoyo de una mayoría en el Congreso. Está claro que por posicionamiento político, los demócratas repelerían en bloque esta ocurrencia.
Pero también debería un grupo importante de republicanos, con dos dedos de frente, rechazar esta iniciativa por improcedente.
El hecho de que una muestra tan clara de odio y de ignorancia pueda convertirse en iniciativa en el Congreso de Estados Unidos es un ejemplo de los alcances del mensaje de Donald Trump y, por lo tanto, hay que tomarlo en serio.
Es el momento adecuado para que el gobierno mexicano diga con toda claridad que no permitirá una acción tan aberrante como ésta y advertir que al día siguiente de imponer un gravamen de este tipo, se tomarían represalias inmediatas.