“Juega limpio, siente tu Liga” y “Abrazados por el futbol” son dos conceptos recientes con los que tanto la Liga y la Federación Mexicana de Futbol intentan generar conciencia en todos los que pertenecemos a esta muy rara, en ocasiones disfuncional, pero gigantesca familia del balompié mexicano.

 

 

Me queda claro que varios de los equipos han tomado con mucha seriedad este tipo de campañas que intentan, de alguna u otra forma, eliminar toda expresión que tenga que ver con la violencia.

 

 

Sin embargo, no todo puede quedarse ahí: en buenas intenciones y buenos deseos. Esto no puede encontrar su límite de acción en ideas y voluntades solamente.

 

 

La prevención es parte indispensable, sí, pero se requiere de hechos, de medidas, de acciones que soporten estas iniciativas y en estos dos casos que expongo a continuación: tanto la Liga como los clubes deben intervenir de manera inmediata.

 

 

Resulta que el jugador de Tigres, Guido Pizarro, fue fotografiado con una playera que en la parte de atrás contenía esta leyenda: “La concha de su madre todos los rayados”, frase que expresó luego de ser expulsado en la edición 106 del Clásico Regio de marzo pasado.

 

 

No perdamos tiempo en calificar el criterio y el sentido común del jugador. Parece ser que muchos futbolistas no terminan de entender su responsabilidad dentro y fuera de la cancha. No logran asimilar ni calcular las reacciones de sus acciones.

 

Y esto nada tiene que ver con un gesto que pueda escapar, producto del enojo o la calentura de la cancha, como muchas veces sucede. Esto es algo premeditado y merece ser castigado ejemplarmente.

 

Tanto Tigres como la Liga o la Comisión Disciplinaria, en su debido caso, no pueden ni deben pasar por alto esta clase de invitaciones a la violencia, porque una cosa es calentar con cierta picardía un enfrentamiento, y otra muy diferente el insulto y la provocación.

 

 

La otra es la reacción de Tomás Boy, una más.  Ahora copió el gesto de Ricardo Ferretti al mostrarle la billetera al árbitro después de la polémica acción sobre Joao Rojas en el área. Tomas sacó su billetera y se la mostró al silbante, algo que claramente no puede ser visto como cosa menor y que requiere de la intervención inmediata de todas las partes.

 

 

Deben ser castigados, deben aparecer sanciones que nos hagan creer que no sólo se  trata de sentarse en el escritorio e inventarse frases o iniciativas que simulen preocupación ante esta clase de actos. La cosa tendría que ser más seria, y si alguien no quiere jugar limpio, ni sentir su liga, y mucho menos abrazarse al futbol, bienvenidas las obligadas sanciones que demuestren que esto de las campañas no son gestos de hipocresía.