Una vez más el tiempo ha rebasado al gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

Parece una constante.

 

Como el propio Presidente lo ha reconocido, no actuó oportunamente en el escándalo de la Casa Blanca y su administración paga con creces el aquel descrédito con fama de corrupción.

 

Tampoco lo hizo tras el secuestro y la masacre de normalistas en Iguala, un municipio manejado por un presidente municipal perredista, José Luis Abarca, pero con cargo político a Peña Nieto.

 

Menos lo hizo cuando era contenible la crisis del magisterio militante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), hoy respaldada por Andrés Manuel López y grupos radicales.

 

¿Cuál era?

 

Cuando se intervino al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y la Sección 22 de Rubén Núñez se quedó sin los recursos de ese organismo ni respaldo social.

 

Los asesores presidenciales apostaron a la negociación, Peña Nieto desestimó la postura contraria y hoy el país paga las consecuencias con la peor crisis del sexenio.

 

Veracruz: la oportunidad perdida

 

Pero hubo otras advertencias desestimadas.

 

En enero de 2015, cuando ya estaba en marcha el calendario de la elección intermedia, había muchas alertas sobre malos funcionarios federales y peores gobernadores.

 

Centrémonos en un caso:

 

El senador veracruzano Héctor Yunes logró una cita con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y le dibujó el preocupante panorama de su estado.

 

-Es el momento de actuar –dijo, y presentó un plan: quitar a Javier Duarte, designar un gobernador interino, poner orden administrativo y político en la entidad y evitar el abismo.

 

Pasó el tiempo.

 

En otra cita, Yunes recibió la respuesta:

 

-No puedo. No hay condiciones.

 

Cuando Veracruz estaba a punto de caer en las manos de Miguel Ángel Yunes, nuevamente se exploró la posibilidad de retirar a Duarte para rescatar aunque fuera un poco.

 

Algo sucedió porque en el tránsito del gobernador Duarte de la oficina priista de Manlio Fabio Beltrones a la de Bucareli de Osorio Chong se desistió de una cirugía mayor.

 

Las votaciones en Veracruz y otros estados dieron el efecto temido: la derrota de los candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), los triunfos de Acción Nacional (PAN) y el fortalecimiento de Morena.

 

Ni un gobernador será desaforado

 

Hoy, cuando el discurso anticorrupción demanda resultados inmediatos, acaso consignaciones, se han revisado el caso de Javier Duarte y de otros gobernadores priistas de mala fama.

 

Respuesta al mando político:

 

-Ya no hay tiempo.

 

Es verdad.

 

Para enjuiciar a alguno de los mandatarios salientes –el PAN trae a tres en la mira (Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge), pero investiga a otros– se necesita juicio político.

 

Esa acción pasaría fácilmente por el Congreso de la Unión con el apoyo en el panista Roberto Gil (Senado) y el perredista Jesús Zambrano (Cámara de Diputados).

 

Pero pocos con la visión política de Gil Zuarth:

 

– Aunque todas las fuerzas políticas estuvieran de acuerdo, no sería posible desaforarlos antes de dejar el poder.

 

O sea, dirían los clásicos, la campaña los salvó.

 

Todo por no actuar a tiempo.