Mariano Rajoy no negoció con la oposición durante cuatro años y ahora que está obligado, al no contar con mayoría absoluta en el Congreso (su partido, el PP, obtuvo 123 escaños; lejos de los 176 que necesita), se encuentra entumido por deprimido. Su estado es de shock porque no logra comprender que su ciclo ya acabó: toda la oposición no quiere que continúe en la presidencia de España. Así, en estado de shock, Rajoy acudió a la casa real para escuchar la siguiente petición del rey Felipe VI: “Forme gobierno”. Rajoy se asustó. Ya no tiene a su amigo gallego Manuel Fraga, su faro guía y luz, para que lo saque del fondo del laberinto en el que se encuentra. (Recordemos que en tiempos de Franco y Fraga no se necesitaba negociar con la oposición.)

 

Durante una semana Rajoy se guardó en casa; sin reflejos de negociador, Rajoy no llamó a Albert Rivera, líder de Podemos para solicitarle sus 40 votos en el Congreso y con ellos acercarse a los 176 escaños. Rivera estuvo cerca del teléfono para acudir al llamado. Rajoy se pasmó por deprimido. Con Pedro Sánchez (Partido Socialista Obrero Español, PSOE) sabe que obtendrá un no rotundo. Con los partidos autonómicos vascos y catalanes tampoco cuenta. Pero la política es teatro. Rajoy tuvo que exhibir a todos los partidos como negacionistas por antipactistas. Simplemente no quiso.

 

Algo más, durante esa semana Rajoy se deprimió porque desde el Poder Judicial salieron solicitudes de detención a miembros corruptos de su partido en Valencia. Lo que le faltaba.

 

mariano-rajoyRajoy tuvo que hacerse a un lado y proponer a Soraya Sáenz de Santamaría como presidenta. No quiso. Piensa en un milagro que lo saque de la sala de terapia intensiva. En su partido existe un silencio sepulcral, pero más de uno está listo para la rebelión. José María Aznar pide su cabeza en la intimidad.

 

El rey Felipe descolgó el teléfono para iniciar la segunda ronda de consultas con todos los líderes de partidos políticos. Antes de reunirse con Mariano Rajoy, le pidió al líder del PSOE, Pedro Sánchez, la conformación de un gobierno. Fin de Mariano. Pero Rajoy espera el milagro.

 

Toca el turno a Pedro Sánchez. No la tiene fácil porque su investidura depende de Podemos. Mala suerte. Se trata del partido que desea fagocitar al PSOE. En efecto: Podemos quiere destruir al PSOE porque compiten por el mismo sector ideológico.

 

Un año atrás Podemos era el Syriza español; un partido antisistema y antieuropeo. Recordemos que el griego Alexis Tsipras invitó a Pablo Iglesias (líder de Podemos) a Atenas a su campaña. Conforme se acercaban las elecciones generales del 20 de diciembre pasado, Podemos fue moderando su tono hasta convertir su oferta en monotemática: contra la corrupción. Le fue muy bien, se quedó a 300 mil votos de quitarle al PSOE el segundo puesto. Obtuvo 65 escaños, que sumados a los 90 del PSOE, se acercarían a la mayoría absoluta.

 

Hoy, Podemos obtendría más votos que el PSOE: 21.9% frente a 20.5% (encuesta del CIS, órgano del gobierno). Pablo Iglesias y su equipo no desaprovechan de hacerle bullying a Pedro Sánchez. Desean que se arrodille ante Podemos. El colmo ocurrió durante la primera ronda de consultas del rey Felipe, hace 15 días. Pablo Iglesias le dijo que le propondría a Pedro Sánchez conformar un gobierno con él mismo como vicepresidente. En ese momento era Rajoy el que tuvo la invitación del rey para formar gobierno.

 

Pedro Sánchez sabe que para ser investido como presidente Podemos y Ciudadanos deben de conciliar sus diferencias. De lo demás (diferencias entre PSOE y Podemos), el pragmatismo se encargará.

 

Ciudadanos busca “la unidad de España”, es decir, no quiere saber nada de los instintos independentistas de los catalanes (Albert Rivera es catalán). Podemos tuvo que ofrecer un referéndum en Cataluña para lograr acuerdos con otros partidos en esa autonomía. Esa es la misión del PSOE. Unir a Rivera con Iglesias.