Política sin políticos; eufemismo de hartazgo y sinónimo de desconfianza sobre los integrantes de la cleptocracia.

 

Un tipo de inflación semántica se mimetiza en las siglas de los partidos; ideología global en donde sí significa no y no, tal vez.

 

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Al girar la mirada de Grecia hacia España nos encontramos con Podemos, un partido que, de acuerdo con la doctrina de su líder, Pablo Iglesias, es transversal. ¿Transversal? En efecto, un partido político sin ideología porque todas las ideologías las defiende. Un Nespresso descafeinado que detona insomnio. Un partido político que genera sonrisas en todos los segmentos de la población. Un gran guion publicitario que apela a las emociones para vender sus remedios.

 

Los primeros pasos de Podemos en escena, exitosos. Sorprendió en las elecciones parlamentarias europeas, y con candidatos ciudadanos que ganaron Barcelona y Madrid en las recientes elecciones municipales.

 

Si empotramos a Podemos en el siglo XX se ubicaría en la izquierda radical. Al temporizarlo en Atenas, hoy, obtenemos a Syriza. El partido que ya pasó a la historia por dar dos golpes contra paradigmas implantados en la sociedad griega: el bipartidismo y la troika. Claro, 72 horas después del referéndum avisa al mundo que la victoria del no también es descafeinada, porque le urge un tercer préstamo, prometiendo que reformará la política de pensiones de manera exprés. Otra vez, un café descafeinado.

 

Lo que es innegable en España es que Mariano Rajoy está haciendo todo lo posible para que la intención de voto que su partido tiene en Cataluña se extrapole a todo el país: quinto puesto, muy atrás de Convergència i Unió (CiU, hoy inexistente por su reciente divorcio), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Ciudadanos (C’s), y los socialistas del PSC.

 

Rajoy dice que le preocupa la situación de Grecia pero el problema lo tiene en casa. Antes de su salida del gobierno, posiblemente en diciembre, tiene que afrontar un problema al que le ha dado la espalda desde el primer día de su administración: elecciones el 27 de septiembre con naturaleza plebiscitaria en Cataluña.

 

Cataluña se transforma de manera trepidante. En pocas semanas se rompió el matrimonio histórico de CiU, la formación con la que gobernó Jordi Pujol durante 23 años. Su delfín, Artur Mas, se inmoló hace algunos días cuando dio un paso hacia el abismo al revelar que no encabezará la lista ciudadana nacionalista que se presentará como puerta de emergencia el 27 de septiembre.

 

Sí a la independencia pero sin políticos. Mientras tanto, Rajoy arranca en tercera velocidad. Parece que no se ha enterado que Podemos entró victorioso a Cataluña a través de Ada Colau, la nueva alcaldesa. Rajoy arranca en tercera velocidad porque actúa como si Jordi Pujol gobernara. Colau ya está replanteando la oferta turística e inmobiliaria de Cataluña pero Rajoy insiste que su mapa, el de navegación, es pariente de la cartografía de Colón.

 

¿Y si el 27 de septiembre se presenta una lista transversal de Podemos? Un conjunto de rasgos asimilados a los de Pablo Iglesias y Ada Colau.

 

Pero regreso al inicio del texto. La corrupción del PP, encabezada por Rodrigo Rato (vicepresidente de Aznar, cabeza del FMI y de Bankia), atraviesa de manera transversal al Partido Popular (PP). Desde Francisco Álvarez Cascos (también vicepresidente de Aznar) hasta Mariano Rajoy. Y Rajoy no se inmutó que su cinismo removió a la sociedad para crear a Podemos. La nueva fórmula de hacer política sin políticos.

 

La España de Rajoy se encamina al estallido de una nueva crisis. No económica, sí política. Rajoy el nacionalista que cada vez que observa el toro de Osborne detiene su auto para lograr una selfie. Pero cuidado con que los catalanes hablen de nacionalismo porque entonces les ofrece desprecio.