Rick Perry está nervioso. Imposible no estarlo entre quienes desean convertirse en presidente de Estados Unidos. Construir una ruta crítica que lo traslade de Texas a la Casa Blanca no es sencillo. Perry optó por el populismo, una especie de fast track que conlleva elevados riesgos.

 

Muchos políticos eligen ese camino porque invita al aplauso fácil. Uno de los populistas contemporáneos fue Hugo Chávez. Su fórmula poco secreta fue: carisma mediático y autoritarismo castrense.

 

00rick

 

Existe una falsa creencia de que el populismo tiene su capital a lo largo y ancho de Latinoamérica. Por ejemplo, el francés Arnaud Montebourg decidió inmolarse, desde el Ministerio de Economía, con tal de subir un escalón en la ruta de popularidad pensando en las siguientes elecciones; Montebourg forma parte del populismo caviar, que consiste en diseñar planes de negocios de empresas privadas por el bien de la nación. Así, Montebourg impidió una alianza entre Alstom con Siemens para ser consistente con la germanofobia que el entonces ministro siempre mostró al promocionar su anatema favorito: Angela Merkel.

 

Bajo la premisa de que a río revuelto, ganancia de pescadores, Rick Perry tuvo la ocurrencia de declarar que terroristas pueden ingresar a Texas cruzando la frontera de México. Las hipótesis científicas se sustentan en instintos empíricos. Las percepciones de Perry se basan en instintos populistas. Entre los terroristas que atentaron el 11 de septiembre en Nueva York y Washington, ni uno solo cruzó la frontera de México.

 

La estrategia de Perry no procede de un análisis situacional. Perry se entera del interés que tienen los terroristas del Estado Islámico en instaurar un califato en la región fronteriza de Irak y Siria, y tiene la ocurrencia de hablar de terrorismo fronterizo; Perry escucha del fenómeno de los migrantes centroamericanos menores de edad, y tiene la ocurrencia de llamar a la Guardia Nacional para que colaboren a militarizar la frontera. No vaya a ser que los niños tengan la intención de secuestrar un avión como mandato de yihadistas de algún califato del Oriente.

 

Perry sabe que la popularidad de Obama es anémica, y entonces, llama a la prensa para declarar: Los texanos no tenemos por qué pagar los platos rotos ante las escasas medidas de protección del gobierno federal. Obama ha sido indiferente ante las acciones de los grupos criminales que delinquen en la frontera con México” (The New York Times, 16 de agosto). El ángulo de indolencia no podía faltar. Perry complementó su idea locuaz con lo siguiente: Es preferible invertir ese dinero (se refería a los 12 millones de dólares -156 millones de pesos- al mes como el costo de envío de la Guardia Nacional) en la protección de la frontera en vez de lo que hace actualmente el gobierno, que consiste en destinar los recursos federales a cuidar a estos niños, mientras se crea un vacío que es aprovechado por los traficantes para incrementar sus operaciones criminales”.

 

El populista traduce todo suceso mediatizable en una oportunidad de crecimiento demoscópico; el populista sustenta todas sus verdades sobre monumentales mentiras.

 

Una de las condiciones que todo populista acepta antes de lanzarse a la aventura de una campaña política es la desmemoria. Perry ya olvidó que en 2006 solicitó al entonces presidente George W. Bush la presencia de la Guardia Nacional. Del supuesto remedio nacieron los famosos minutemen, una milicia cuyo fundamento histórico se remonta a la época de las Trece Colonias, teniendo como misión el resguardo de las fronteras.

 

Perry tiene que hacer una escala técnica antes de habitar la Casa Blanca. Y la tendrá que hacer durante las elecciones primarias de los republicanos. En ese momento, sus contrincantes le sacarán algunos de sus trapitos al sol.

 

Rick Perry tiene dos demandas en su contra. Presunto culpable de cometer el delito de abuso de poder por haber desviado fondos por 11 millones de dólares (143 millones de pesos) que tenían como destino el Instituto de Investigación y Prevención del Cáncer en Texas (CPRIT), pero terminaron en empresas dirigidas por amigos del gobernador. Para detener la investigación, a Perry se le hizo fácil coaccionar a la fiscal del distrito para que la sustituyera un republicano.

 

Si de trapitos al sol se trata, Ron Paul, quien fuera precandidato republicano para la presidencia de 2012, pagó una publicidad en el periódico Austin Chronicle, en 2011, que decía: “¿Ha tenido sexo con Rick Perry?

 

La batalla por la Casa Blanca puede ser eterna, sobre todo, cuando se es populista.