¿Qué es la información internacional?

 

Es un conjunto de historias irrelevantes para el interés sociológico del mexicano promedio.

 

¿Qué es la información nacional (en periódicos mexicanos)?

 

Fragmentos de una narrativa incomprensible para la sociología no mexicana.

 

¿Qué es la sección de espectáculos?

 

Una vieja receta que consiste en convertir a la televisión en papel.

 

¿Qué fue la sección de sociales?

 

La sensación de que con un suspiro se puede aspirar a la zona VIP.

 

¿Qué es la sección de sociales?

 

¿Qué es la sección deportiva?

 

Las palabras que más réplicas tendrán durante las próximas 12 horas.

 

¿Qué es un periódico?

 

Un conjunto de tuits.

 

¿Qué fue un periódico?

 

Un argumento de poder.

 

¿Qué es la carrera de periodismo?

 

Una simulación de estudio.

 

¿Qué es la maestría en periodismo?

 

Un grado de especialización suficiente para dedicarse al periodismo. La teoría de la comunicación apuntaba al necesario estudio interdisciplinario pero los golosos de la simulación no le hicieron caso.

 

Nos encontramos a la mitad del camino de la transición tecnológica pero nos engañamos al creer que estamos aún en el siglo XX. Si Reed Hastings, el jefe de Netflix, estima que en 20 años la televisión clásica fallecerá, en México celebramos la reforma de telecomunicaciones que llega 20 años después; si Amazon presenta uno de los algoritmos más inteligentes del mercado de los intangibles, en México se reciclan las primeras estrategias de marketing del siglo pasado. Si la App Viber estima el costo marginal de las llamadas telefónicas en cero pesos, empresas telefónicas publicitan que, a partir del primer día de enero, el costo de las llamadas de larga distancia (nacionales) será de cero pesos.

 

México carece de un periódico modélico, cercano al arquetipo global como sí lo son The New York Times, The Washington Post, The Guardian, Le Monde, El País y, recientemente, La Nación (con sus contribuciones del big data). Y no existe porque los periódicos no forman parte de un modelo de negocio, en realidad, los diarios son modelos de poder; es decir, los espacios se ponen en venta.

 

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En México, un cómico puede llegar a ocupar un espacio de opinión en las páginas de un periódico reconocido como “serio” (como si existieran periódicos de payasos); en México, las agendas de los periodistas son explícitas. Los incentivos para innovar no existen. Sólo preexisten las viejas costumbres. Por ejemplo, el periodista que recibía filtraciones de Manuel Camacho… ¡en tiempos del sexenio de Carlos Salinas!, recicla su columna en 2014 y la vende a precio de un servicio innovador. En México, un periodista que sirvió como tapete para el gobierno en tiempos de Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Salinas, se reinventa como el pilar del periodismo.

 

En efecto, la distorsión gubernamental evitó la competencia hasta que ocurrió la revolución tecnológica. Las obras de Thomas Friedman y Jeremy Rifkin, La tierra es plana y La era del acceso, respectivamente, lo adelantaron hace ya 20 años, pero al parecer, en México fueron ignoradas.

 

La realidad es que la contribución de las páginas web devaluó a los periódicos mexicanos. Todos los sabemos. Los dueños de los medios también pero sus negocios marginales son suficientes para despreciar a los jóvenes. En efecto, las cohortes juveniles no volverán a pagar por un periódico presentado en papel y, mientras que Google continúe como depredador del mundo tangible, tampoco lo harán por las versiones electrónicas. Una tableta o una plataforma que se convierta en prótesis humana, es decir, un teléfono, es suficiente para mantenerse en contacto con el mundo.

 

En México, la retórica logra convertir a la mentira en verdad, a lo anquilosado en innovación. Rasgos elementales de un mundo orwelliano.

 

Disfrutemos de la sección de espectáculos.