La diferencia entre el viejo y nuevo PRI es la penetrante mirada del mundo sobre México.

 

La revolución de la tecnología ha envejecido a la retórica del amo y del esclavo. El amo, monopolio de la información; el esclavo, el manipulado, el ser que habita en el extrarradio de la indiferencia.

 

El fenómeno es global, la sensación de que el planeta empequeñece es real. Lo que no es normal es la creencia que tiene el presidente Peña sobre la imagen que tiene el mundo de México, en particular sobre su gobierno: la suya. Miro y los otros miran lo mismo. Pienso y hago pensar a los otros igual.

 

Ese fenómeno orwelliano ocurrió en la distópica mirada del PRI en tiempos del presidente López Portillo y del periodista Jacobo Zabludovsky. Monopolizar la información porque ella es poder. Hoy, los nodos de las redes sociales replican el eco social en naturaleza infinita. En términos econométricos, las redes sociales son una regresión que ajusta los millones de tuits, por ejemplo, en una línea recta. En ella está la opinión del gobierno, junto a millones de tuits. Un punto entre millones de puntos.

 

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Ayer, a las 19:07 horas, tiempo de París, las dos noticias más importantes bajo el criterio de la página web del periódico Le Monde fueron: el acuerdo financiero entre Grecia con las instituciones europeas y la huida de El Chapo Guzmán de una cárcel de extrema seguridad. Para el diario Libération, la noticia L’incroyable évasion du grand pariain (La increíble huida del gran padrino) ocupaba el tercer puesto entre las más leídas hacia las 21:08 tiempo de París.

 

Desde la ventana de Google, a las 12:34 horas tiempo de México, se podrían escudriñar 2.9 millones de notas sobre la burla de El Chapo. Por ejemplo, The Japan Times replicó el despacho de la agencia AFP relativa a la nueva huida del narcotraficante mainstream del sector, o El País, cuya cabeza de la noticia sirvió para editorializar el contexto del suceso: “El Chapo ridiculiza la seguridad mexicana con una nueva fuga”.

 

The Guardian ubicaba (13:03 horas tiempo de México) la noticia en la séptima posición entre sus más leídas: Mexican drug lord El Chapo escapes prisión –in pictures–. The New York Times, a las 14:13 tiempo de México continuaba exhibiendo en su portal un texto crítico de William Neuman y Azam Ahmed sobre el cinismo que subyace en el comportamiento del presidente Peña: “La impresionante fuga de Guzmán, conocido como El Chapo, de la que se supone que es la prisión más segura del país es el último golpe en contra de la ya debilitada presidencia de Peña Nieto”. El operativo Zabludovsky (controlar la información bajo el pensamiento de un ente) es imposible de aplicar.

 

Mientras que José Antonio Meade preparaba milimétricamente la visita de Estado del presidente Peña a Francia, el manejo de crisis de Los Pinos en el caso Chapo se desdibujaba como acuarela bajo tifón.

 

El problema del desfase entre una crisis y su manejo es en la incompatibilidad de las estrategias que se instrumentan para remediar el problema. El presidente Peña o carece de un cuarto de guerra o la suma algebraica de intereses con Ruiz Esparza + Osorio Chong + Chuayffet + x= infinito.

 

El mejor ejemplo es el secretario de Comunicaciones y Transportes (Gerardo Ruiz Esparza), quien le aporta al presidente más problemas que soluciones. El impacto de los audios entre él, sus funcionarios y directivo de la empresa constructora OHL es de mayor calado que los tuits que escriben los chicos de Alejandra Lagunes.

 

La desconfianza, en México, ya es cáncer. La aspirina: que renuncien los custodios de El Chapo, suena a chiste.

 

El medio ya no es el mensaje porque los que vivían en el extrarradio de la indiferencia se han mudado a las redes sociales.