El presidente es la figura mediática pero Estados Unidos pondera en dos auténticos poderes más la conducción del país. La mediatización de la política ha dejado en papel secundario a jueces y legisladores corriendo el riesgo de abrir una brecha (en México) de incomprensión social de situaciones como la que ocurrió el lunes por la noche.

 

Los republicanos se lavan las manos; el juez Hanen congela el arranque en pro del casi medio millón de dreamers aludiendo un sistema logístico explosivo en 26 estados, por lo que la legalización reventaría no sólo a las administraciones estatales sino que también perjudicaría a sus respectivas economías. Obama enfurece y le pide a su fiscal para que se suba al ring judicial. Y sabemos que judicializar la política es llevar al pantano decisiones torales. Lo vimos ya con el Obamacare que se elevó hasta las alturas de la Suprema Corte gracias a los berrinches en las Cámaras.

 

El filibusterismo es producto del choque de dos bandas; de dos tribunas antagónicas frente al espectáculo mediático. Ahora, los republicanos estiran el pie en dirección de Obama. Si retiras tu miniplan migratorio te abrimos fondos destinados para la seguridad. No fue relativamente necesaria la amenaza filibustera. El juez texano Hanen se adelantó. (Al parecer la capital del antiinmigrante es Texas gracias a la promoción de Rick Perry).

 

Bajo un entorno de cierre de la administración Obama por condiciones climatológicas adversas y el también cierre de la gestión pública en Nueva Orleans a causa del megacarnaval icónico, el juez Andrew Scott Hanen decidió congelar la Acción Diferida para Jóvenes llegados en la Infancia (DACA, en sus siglas en inglés). Golpe al ánimo de los ya famosos dreamers que llevan años aspirando a incrustar sus ilusiones en la legalidad laboral estadunidense; golpe táctico a Obama para debilitarlo; golpe que llevará al extremo la polarización de la política de aquí al adiós de Obama.

 

El adiós

 

El fiscal Erik Holder tuvo que esperar algunas horas de mal clima para reabrir la oficina y preparar la respuesta que enviará al quinto circuito judicial en Nueva Orleans. Pero como si un guion de Almodóvar concursara en la inminente entrega del Oscar, el carnaval de Nueva Orleans no estaba para recibir replanteamientos legales de la Casa Blanca. Así que a esperar.

 

Llevar las decisiones ejecutivas al pantano es una clara victoria republicana; lo es porque empatan sus rasgos conservadores con los de los poderosos jueces, por ejemplo, el de Brownsville, Andrew Scott Hanen; victoria porque John Boehner (presidente de la Cámara de Representantes) eleva las manos para decir que los suyos no tienen nada que ver con la decisión de Hanen aunque asoma la idea de que a la verdad sí se llega con la mayoría de votos. La ecuación Obama=congresistas+jueces es una resultante positiva para los republicanos que ya ven muy de cerca la presidencia.

 

Como si se tratara del juego de Serpientes y Escaleras, Obama retrocede algunas casillas sabiendo que pronto tendrá frente a él una enorme escalera con la que llevará a los dreamers su sueño de vida: la legalización. El problema es que podrán pasar meses en caso de que los jueces conservadores de Nueva Orleans le den la razón a Hanen. Llegarán las vacaciones veraniegas de los jueces supremos y entonces los republicanos ya habrán sacado el suficiente jugo al revés del Ejecutivo.

 

Desde México lo importante sería preponderar el poder de los jueces estadunidenses; su independencia suele ser binomial, tarde o temprano sus deliberaciones terminan por favorecer políticamente a republicanos y/o demócratas.

 

Ser congresista conlleva ser responsable de grotescas situaciones, poner sobre la misma mesa leyes que entre ellas nada tienen que ver: los dreamers y el reforzamiento de la seguridad se convirtieron en cartas de la baraja negociadora a propuesta de los republicanos. Un juez irrumpe y dice, basta de juegos fílmicos. Oscar a los filibusteros.