El paradigma posfranquista ha sido reventado por ese 25% de jóvenes que no tiene trabajo. Por los indignados que han visto fracturada su hipoteca, si bien les va, o por aquellos cuya banca ha embargado a sus sueños.

 

El paradigma posfranquista de longevidad ha volado. Lejos, muy lejos, están los 23 años de los gobiernos de Jordi Pujol (Cataluña) y los 15 de Manuel Fraga (gallego y ministro del generalísimo dictador Francisco Franco).

 

La corrupción transcontemporánea del Partido Popular (PP) ha reventado los 24 años de la alcaldesa valenciana Rita Barberá. Furibunda, el domingo no concilió el sueño por no imaginarse como sí lo hicieron los ciudadanos valencianos: en la calle.

 

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En los ojos del presidente Mariano Rajoy se encuentra tatuado el siglo pasado; para ellos las nuevas generaciones son producto de la ficción de Apple y la incomprensible Google. En la espalda de Rajoy se forma una joroba todas las mañanas al estirarse hacia el suelo para recoger el periódico.

 

A largo plazo, la corrupción termina por destruir la santidad de los políticos. Mariano Rajoy recibió sobres con dinero producto de la benevolencia de constructores que insistían en colaborar con el PP. En los llamados papeles de Bárcenas se encuentran las huellas de Rajoy y de toda la tribu que lo acompañó en las tuberías del partido. Semanas antes de la elección, Rajoy confió en el efecto Cameron, que consiste o en el error de las encuestas o en el voto lúcido de los ciudadanos que, 10 segundos antes de tachar la boleta se lleva la manos a la bolsa para terminar votando por el establishment.

 

Al PP lo acompaña Convergència, el partido creado a imagen y semejanza de Jordi Pujol, ese simpático pillo que hace un año declaró los fraudes que cometió a Hacienda por el bienestar de su familia. En Barcelona, le han pasado factura, y de paso, han atropellado el populismo ramplón del actual presidente y promotor de la independencia de Cataluña, Artur Mas. Ada Colau se convertirá en alcaldesa de la ciudad condal.

 

La misma que aparece en más de una fotografía bajo la mirada policiaca por convertirse en la aliada de los sin techo por orden de la naturaleza hipotecaria. Embargos, embargos, embargos para los jóvenes mileuristas que un buen día se quedaron sin chamba. La plataforma promovida por Podemos obtuvo 11 concejales, el 25.2% frente a los 10 concejales de CiU. Ayer, un estupendo perfil escrito por Xavier Vidal-Folch en El País, esboza a Colau como “la alcaldable más rebelde, pero también la vecina más normal y próxima, que sonríe bien, gasta ropa holgada y exhibe sin rubor cejas pobladas”.

 

Y así llega Podemos y su externalidad positiva pero lejana ideológica, Ciudadanos. Los profes al poder. Pablo Iglesias, de Podemos y profe de la Complutense de Madrid, quiso medir milimétricamente el rating electoral de su agrupación. No se registró como sí lo hizo Ciudadanos, del catalán Albert Rivera, en las elecciones del domingo pero sí se alió con diversas plataformas radicales de izquierda. Así, en Madrid tiene la llave para reventar al PP. Con los 20 concejales logrados, la plataforma Ahora Madrid podrá pactar con el PSOE para reventar los 24 años de mayorías absolutas del PP.

 

Rajoy cuenta con seis meses para practicarse un lifting que le ayude a quitar la grasa de la corrupción. La opción sincera no la tomará: abandonar la candidatura para refrescar el liderazgo que se requiere para confrontar a la oposición. Rajoy se quedará para intentar reelegirse. Sin parangón alguno, Rajoy no sabe competir sin el bipartidismo que lo vio crecer. Y sí, frente a él, los indignados, pero no los quiere observar. No los veo ni los escucho, diría un clásico mexicano.