Obama aterrizará en la Cumbre de las Américas sobre un terreno fértil para los chinos. Los asiáticos prometen invertir en Latinoamérica algo más de 250 mil millones de dólares durante la década por venir. Cristina Fernández, por ejemplo, ya hipotecó a su país durante los próximos 50 años a Pekín.

 

En un lustro no será difícil ver a empresarios chinos comprando a los equipos de futbol Boca Juniors o el River Plate, o ver monumentos, sobre la avenida 9 de julio, dedicados a personajes como a Sun Yat-sen o al mismísimo Xi Jinping (actual presidente). Entre los acuerdos firmados en febrero, los presidentes de China y Argentina anunciaron el proyecto de construcción de una base de observación espacial en la provincia del Neuquén, en la región patagónica. Ahí, los chinos lanzarán naves al espacio en 2016.

 

Obama esperó demasiado tiempo a que concluyera el ciclo de vida chavista para reaccionar. Sin embargo, en su defensa está el legado de George W. Bush, que fue un desastre. De aquella primera Cumbre de las Américas celebrada en Miami en 1994, bajo el espíritu renovador de Bill Clinton, no quedó nada en poco tiempo. Llegaron las cumbres en Bolivia, Chile, Canadá, México y Argentina, y el proceso evolutivo fue inexistente. Era el momento de formación y fortalecimiento del eje chavista. La gravitación estratégica giraba hacia Celac-China y no Celac- Estados Unidos.

 

PAG-18-2_3_EFE_Cubanos_Cumbre

 

Sin embargo, en diciembre pasado, Obama dio un golpe continental con epicentro en el Caribe al anunciar la reactivación de las relaciones diplomáticas con Cuba. La geoestrategia continental se está moviendo, y mucho, en pocas semanas. El viernes Obama aterrizará en LatinoChina.

 

En efecto, la región latinoamericana se ha convertido en un terreno de ajedrez para tres jugadores: Estados Unidos, China y Rusia. Los dos primeros cuentan con el binomio recursos financieros y políticos mientras que Moscú aporta exclusivamente estrategia política. Las muertes biológica y política de Hugo Chávez y Fidel Castro, respectivamente, han fisurado el mapa de la Guerra Fría latinoamericana provocando la entrada de Xi Jinping a la zona.

 

La orfandad chavista, asentada en la zona de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que agrupa a países e islas como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua, Granada, Surinam, San Vicente, Santa Lucía, entre otros, así como Irán y Siria como países observadores, ha buscado reforzar su identidad antiestadunidense a través de países distantes a Barack Obama. Sin embargo, la geopolítica ha cambiado tanto durante los últimos días que la mismísima Teherán ya logró un preacuerdo nuclear con el que era su principal símbolo anatemático.

 

La del viernes y sábado en Panamá será: ¿La Cumbre de Cuba, la Cumbre de las Américas, la Cumbre LatinoChina+2-1 (Estados Unidos, Canadá y China, respectivamente) o la Cumbre de la ALBA+EU+Canadá? Lo mejor será recordarla como la Cumbre de Cuba.

 

El riesgo de bautizar a los modelos regionales en nuestra zona es que de un día a otro puede resultar anquilosado. Lo único seguro es que, a diferencia de las cumbres de la Unión Europea, la de las Américas suena a sueño. Los grados de desintegración son elevados. ¿Quién recuerda al Mercosur?

 

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, en su intento de introducir el componente ALBA a la Cumbre de Panamá, acudirá a al Paraninfo de la Universidad estatal de Panamá para clausurar una reunión “alternativa” y “paralela”. Obama también tiene preparada su cumbre de amigos en la que participará Costa Rica y Colombia. Ante el jaloneo político, la canciller y vicepresidenta panameña, Isabel de Saint Malo, informó que no hará público el documento final con los acuerdos. En el preámbulo no se pusieron de acuerdo los mandatarios. Así estamos en LatinoChina.