El 69% de los directivos españoles considera que los “sobornos y corrupción no sólo estarían justificados, sino que son habituales en el proceder de las empresas”. Lo anterior lo revela el documento de la empresa global de aseguramiento y asesoría EY (Ernest&Young), que ayer publicó el periódico financiero (español) Expansión.

 

La corrupción política es más identificable que la industrial por su elevada exposición a medios de comunicación y a la penetración transversal de leyes de transparencia pero en la industrial subyacen los mismos instintos.

 

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De acuerdo con el estudio Fraude y Corrupción, elaborado por EY, España duplica el promedio europeo entre los países en los que la empresa levantó la encuesta, en donde 35% de los empresarios percibe a la corrupción como “modus operandi”. Por lo que respecta a los países emergentes, 61% de los empresarios asimila a los sobornos como una trampa necesaria.

 

El estudio de EY lo componen tres mil 800 entrevistas a miembros del consejo de administración, directivos y otros empleados entre diciembre de 2015 y enero de 2015 en 38 países.

 

La semana pasada Moody´s lanzó un dardo a la empresa constructora OHL, lo que significaría una degradación en su rating a B1 de la empresa ante el impacto de las irregularidades en la contratación del proyecto viaducto Bicentenario en el Estado de México.

 

Recordemos que los números que elaboran las agencias de calificación asimilan expectativas y/o proyecciones de empresas, y en el caso de OHL, la súbita caída del precio de sus acciones en su filial mexicana pone en riesgo el pago de la cobertura de un préstamo por 300 millones de euros (cinco mil 400 millones de pesos).

 

De facto, OHL separó a su directivo Pablo Wallentin, y con ello envió un mensaje a sus accionistas para evitar un éxodo de confianza. No es suficiente. Moody´s asegura que OHL ya mandó practicar una auditoría independiente para que desmenuce el proceso de licitación de la construcción, operación y mantenimiento viaducto Bicentenario.

 

El estudio de EY es revelador y vinculante con la realidad que vive la empresa OHL junto a los funcionarios mexicanos que coparticiparon en la catalización de la adjudicación al margen de la ley. El 56% de los encuestados reconoce que sus empresas han maquillado su información financiera. Un ejemplo es el efecto burbuja, cuyos burócratas rompen con gusto para quedarse con una tajada.

 

OHL controla 56.14% del capital de OHL México, titular de siete autopistas en explotación y/o construcción y del aeropuerto internacional de Toluca. El presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, a botepronto, durante la entrega de premios a periodistas que otorgó el rey Felipe el pasado día 7, dijo: “Nos ha sorprendido muchísimo, dudo que sea verdad”. Villar Mir se refería a las grabaciones que hizo públicas el periódico La Razón en las que directivos de la empresa discuten tácticas ilegales para aumentar el precio de las casetas en carreteras del Estado de México. Fue precisamente Pablo Wallentin quien dijo frases memorables como: “queremos meter más goles” o “nos estamos pasando de pistolas otra vez”. Y cómo no, inflar un proyecto de cuatro mil a nueve mil millones de pesos equivale a su frase, “nos estamos pasando de pistolas otra vez”.

 

Por lo pronto, el storytelling del secretario mexicano Gerardo Ruiz Esparza fue activado: no hay corrupción. Mientras Juan Miguel Villar Mir destituyó de facto a Pablo Wallentin, Ruiz Esparza avisa que no tocará a Apolinar Mena Vargas, el secretario estatal de Comunicaciones, hasta que la auditoría entregue resultados. Dos caras de una misma moneda. La empresa que cotiza en bolsa le teme a los números de Moody’s mientras que el secretario no es temeroso por la ausencia de mediciones. ¡Eso es ser macho!