En 72 horas México a través de Francia es leído y visto como un Estado-mafia (Le Monde) y escenario infernal (France24) de desapariciones forzadas que la cotidianidad impide su asimilación en la sociedad (mexicana). Lo mismo en el Guardian o en los estadunidenses New York Times o Washington Post, no hay día en el que México logre escapar de sus agendas.

 

Desde México no lo sentimos pero poco a poco las coberturas de medios internacionales se asemejan a las que tuvieron con Siria durante 2012 y 2013 o a las que sostienen en la región donde se desplaza el Estado Islámico (Irak y Siria). Desde México, Siria y el Estado Islámico representan dos infiernos en los que cada día mueren decenas de personas. Desde el mundo, México es un infierno porque todos los días ocurren decenas de muertos.

 

Antes de que instituciones supranacionales y tecnológicas detonaran las revoluciones en el comercio y en la comunicación, respectivamente, el sector mediático tenía muy claras la oferta y la demanda de información: el rating era etnocéntrico. Pero eso ocurrió en el siglo pasado.

 

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La relevación del interés local por el interés global ocurre de forma diferenciada en el planeta. Obvias razones, la educativa y la riqueza, catalizan o no las transformaciones en el planeta. Los costos marginales de internet decrecen produciendo incentivos para incrementar el consumo de información global.

 

No existe asimetría de coberturas en los ejes mediáticos nacional y global. Es lo normal. Las coberturas de medios locales tienen mayor alcance en sus respectivos territorios por las curvas de aprendizaje y/o economías de escala, pero sobre todo, por el rating etnocéntrico. Pero algo raro está sucediendo para que lo normal se convierta en anormal. Por ejemplo, la revelación de France24 sobre desapariciones forzadas en Cocula en julio de 2013 tendría que sonrojar a la industria mediática mexicana y por supuesto, al Estado.

 

Por economías de escala pero sobre todo, por el rating geocéntrico, medios como Le Monde o Washington Post han desdoblado el caso de los 43 desaparecidos en Iguala al caso de la Casa Blanca.

 

He platicado con dos periodistas franceses que me han compartido su incredulidad: “¿Cómo es posible que un presidente joven y reformista cargue con él un portafolio con instrumental del siglo pasado?” La metáfora se refiere al caso Casa Blanca, donde el conflicto de interés puede ser la punta del iceberg de la corrupción. “No nos imaginamos a Julie Gayet (novia del presidente Hollande) enviar un mensaje a la nación explicando los detalles de sus contratos en el cine”. Pero su sorpresa principal es que el caso de la Casa Blanca no ha recibido la suficiente cobertura de medios nacionales.

 

La demografía mediática se resiste a cambiar en México a pesar de que las redes sociales han inventado nuevos estadios de discusión, pero sobre todo de crítica. Si bien es cierto que la imagen mediática doméstica no deja ver la realidad con claridad, France24 sí lo hizo para rebobinar la historia de 30 adolescentes desaparecidos en Cocula.

 

Vivimos en varias dimensiones. Es decir, nos encontramos en una transición y no existe punto de retorno.

 

Desde el gobierno, se han olvidado de atender las discusiones y opiniones que ocurren en redes sociales. Simon Anholt, quien en 2010 fue contratado por el presidente Felipe Calderón para articular una estrategia de imagen-país, concedió una entrevista para la revista Foreign Affairs Latinoamérica en su reciente número que circula actualmente. Una de las preguntas que elabora la revista es: “¿Qué papel debe desempeñar la red de embajadas y consulados de México para llevar a cabo una mejor diplomacia pública?”. Anholt responde: “Me parece que el servicio diplomático de México es bueno, pero tradicional. Hay un grupo de embajadores que son diplomáticos públicos por naturaleza, pero los esfuerzos individuales no son suficientes para que la situación cambie (…) La SRE podría crear un cuerpo de diplomacia pública que sería la envidia de cualquier ministerio de relaciones exteriores del mundo. Podría ser el mejor y el más moderno, diseñado por la generación de Twitter”.

 

Tuve la oportunidad de validar lo que menciona Anholt. La estrategia de José Antonio Meade sobre diplomacia pública es visionaria, sin embargo, muchos embajadores se resisten a ingresar a la etapa Twitter. Jóvenes que prefieren escribir comunicados para no decir nada, y mientras tanto, France24 continúa transmisiones.