No fue la acostumbrada cumbre APEC la que vimos hace algunas horas en Pekín, se trató de una escalada importante de China en el foro regional de Asia y Pacífico.

 

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China no está dispuesto a construir instituciones democráticas en su interior pero sí lo está para esbozar una arquitectura comercial a nivel internacional. Frente a Obama, Xi Jinping colocó su plan arquitectónico de libre comercio sobre el ya “anquilosado” plan de la Alianza Transpacífico (TPP) promovido por Estados Unidos pero paralizado por Japón y en el que, por cierto, no está China; es decir, desempolvó la idea de tangibilizar el foro APEC a través de la Zona de Libre Comercio de Asia Pacífico (FTAAP).

 

El mundo al revés. Mientras que el presidente mexicano intervino el mercado de la licitación de la construcción del tren rápido México-Querétaro, echando abajo el resultado que favorecía a la empresa China Railway Construction Corporation, el chino, Xi Jinping no sólo sorprendió con el anuncio del FTAAP sino que negoció con Obama el renacimiento del Acuerdo sobre Tecnología de Información (ITA), firmado por 54 economías pero paralizado, hasta ayer, por sólo dos: China y Estados Unidos. Una vergüenza. México interviene el mercado por exceso de huellas partidistas en la licitación y China reconstruye el mundo comercial bajo una visión liberal, todo, para incentivar su consumo interno.

 

 

Las piezas del ajedrez global favorecen los desplazamientos chinos. Si el presidente ruso le ha ganado todas las partidas a Obama durante los últimos 18 meses, el chino, Xi Jinping ha aprovechado el desgaste de ambos, de Putin y Obama, para esbozar su arquitectura comercial que más le conviene.

 

El pasado mayo, Xi Jinping logró un acuerdo energético con Rusia por un monto estimado de 400 mil millones de dólares a 30 años. La rusa Gazprom le proveerá a China 38 mil millones de metros cúbicos de gas al año a partir de 2018. Hay que decirlo con claridad. China fijó las condiciones a Rusia aprovechando la crisis de Crimea y de los territorios también ucranianos pero habitados por un componente prorruso. Putin aceptó las condiciones para amortiguar los riesgos de represalias comerciales de la Unión Europea y Estados Unidos. Si en mayo Putin y Jinping fijaron la ruta oriental, hace tres días pactaron la ruta crítica para el occidente chino.

 

Xi Jinping se ha convertido en una especie de Carlos Slim de la política; si el empresario mexicano aprovecha la precaria salud financiera de empresas que termina por comprar, el presidente chino esboza su plan arquitectónico en función de conflictos internacionales. La orfandad chavista la está cubriendo China. La empresa china HK Nicaragua Canal Development desarrollará la conexión marítima entre los océanos Atlántico y Pacífico en el país gobernado por Ortega.

 

En Argentina, China firmó 20 convenios de colaboración con Cristina Kirchner. Destacan: la construcción de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz (Patagonia) en la que China aportará cuatro mil 400 millones de dólares y dos mil 200 millones en la remodelación del tren de transporte comercial en Belgrano. En Brasil, Jinping firmó 32 acuerdos de cooperación bilateral con Dilma Rousseff; la mandataria brasileña le recordó a Xi que en Brasil encontrará “seguridad jurídica”.

 

México es una escala más para Pekín. El año pasado viajó a la Ciudad de México el presidente chino para anunciar la reactivación estratégica comercial, liberando el comercio de tequila y carne de cerdo mexicanos. El tema de las infraestructuras también se contempló en la alianza estratégica. El tren de Querétaro tangibilizaría el acuerdo pero por el momento el presidente Peña canceló la licitación en el marco de lo que podría llamarse el Invierno Mexicano.

 

El pasado fin de semana el presidente Obama, sabiendo lo que se venía en Pekín durante el foro APEC, envió una serie de mensajes poco encriptados para que Xi Jinping no se llevara las palmas: “La única constante , la única necesidad global, es y ha sido el liderazgo estadunidense (…) La economía de Estados Unidos está mejor posicionada para ser líder en el siglo XXI”. Y para que no flotara ni una sola duda, Obama sentenció: “Estados Unidos ha ayudado a integrar a China en la economía global, en 2013, Xi Jinping dijo que el Océano Pacífico es suficientemente grande para ambas naciones”.

 

Lo que veremos durante los próximos 10 años podría caber en una sola frase: el planeta en chino.