Mariano Rajoy se encuentra en una de las presidencias más solitarias del mundo. La corrupción lo ha arrinconado pero también su propia ineptitud para resolver temas políticos como, por ejemplo, el caso de la consulta soberanista de Cataluña. Su “mérito” fue haberse arriesgado a monotematizar su administración: sacar a España de la crisis económica. El riesgo era elevado porque Rajoy, como todo presidente, debe ser experto en la diversificación temática de su ejercicio cotidiano; simplemente no puede convertir a su gobierno en un tema, y ahora lo está pagando. Relegó a la política a un nivel sin importancia.

 

Rajoy pidió perdón. En la industria política no existe maquinaria elaborada para pedir perdón. El orgullo es reflejo de la indolencia o de la distancia entre los políticos y los ciudadanos. ¿Por qué el presidente de España pidió perdón?

 

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Rajoy no se ha recuperado de las revelaciones que hizo Luis Bárcenas, el contable que durante más de una década controló las finanzas del Partido Popular (PP); en una de ellas Bárcenas aseguró que Rajoy recibió sobres de dinero provenientes de una contabilidad B, es decir, no declarada ante Hacienda. ¿Quiénes aportaban el dinero? Principalmente empresarios constructores que se beneficiaron de licitaciones. Rajoy ocupaba la presidencia del PP, y junto a él, prácticamente no hubo político con elevado rango que no recibiera los sobres provenientes de la mano de Bárcenas.

 

Todo inició como si se tratara de un guion cinematográfico: los vínculos de un sastre con políticos valencianos. Se trata del caso Gürtel: una investigación que nació en 2009 y que siguió los pasos del empresario Francisco Correa (en alemán, correa se traduce como gürtel) pues se sospechaba que mantenía vínculos de sobornos con políticos que lo contrataban para organizar eventos partidistas. Ahora, la Guardia Civil reveló la operación Púnica, una trama que afecta no sólo a políticos del PP, sino también a miembros del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En el fondo la naturaleza del caso es la misma que Gürtel: comisiones por licitaciones amañadas.

 

Francisco Granados, número tres de Esperanza Aguirre quien fuera la presidenta de la comunidad de Madrid de 2003 a 2012, se encuentra en la cárcel. El domingo, la Guardia Civil detuvo, además de a Granados, a 50 políticos más.

 

Una semana atrás, otro político allegado a Rajoy, Rodrigo Rato, fue señalado como beneficiario de tarjetas de débito otorgadas por Bankia, la marca de Caja Madrid, de la que fue director el propio Rato. Los gastos que hizo con esas tarjetas tampoco fueron declarados ante Hacienda.

 

Por si fuera poco, en Cataluña, y como preámbulo de la consulta que ya fue degradada en un simple acto simbólico tipo encuesta, la corrupción alcanzó no sólo al símbolo de la autonomía, Jordi Pujol, también rozó a Xavier Trías, el alcalde de Barcelona que mantiene activos financieros en Suiza sin haberlos declarado ante Hacienda.

 

Como se puede intuir, el espectáculo político en España produce coraje entre la sociedad.

 

La corrupción es una especie de inflación pero en el sector político. Desgasta al principal valor de todo funcionario, la confianza. En España, la confianza que la sociedad tiene en los dos principales partidos ha sufrido una caída súbita durante los dos recientes años. Tanto, que un nuevo partido llamado Podemos ha puesto en jaque al establishment. Ya lo demostró durante las elecciones europeas en mayo, y ahora ya está a tiro de piedra del PP y PSOE.

 

Rajoy, abrumado, se vio obligado a pedir perdón. El presidente nunca pensó que la crisis económica que le heredó Zapatero se redimensionaría junto a lo que parece algo peor: la crisis política.

 

El hartazgo en Cataluña obligará a Artur Mas (presidente de la autonomía catalana) a adelantar elecciones. El propio Mas está desgastado porque apostó todos sus activos a la consulta del 9 de noviembre que no se efectuará como él mismo prometió a sus compañeros de viaje, los de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), pero sobre todo, a los millones de ciudadanos que ya estaban ilusionados por la determinación de Mas.

 

Rajoy, en Cataluña, un cero a la izquierda. El PP ocupa el quinto puesto en la intención de voto.

 

Si bien es cierto que Rajoy tiene el apoyo del Congreso porque el PP es mayoría, en la sociedad ha desaparecido el voto de confianza. Así lo reflejan recientes encuestas.

 

Rajoy está solo. Tanto, que el martes tuvo que pedir perdón desde el Senado. Pronto será rehén de Podemos, una agrupación similar a la que creó Hugo Chávez en Venezuela. De este tamaño es la crisis de España, la soledad de Rajoy.