Y sobre el islote marxista se construye en una catedral jesuita; se concatenan las revoluciones

Anónimo transglobal

 

La última confesión agnóstica practicada por Fidel Castro, posiblemente, ocurrió el día en que falleció Hugo Chávez, fecha que permanece en el anonimato y que probablemente nunca se dará a conocer por parte del régimen autoritario de Nicolás Maduro. Chávez confiaba más en Fidel que en Nicolás y Diosdado (Cabello), de ahí su obsesión por compartir soberanía con la isla. Algo más, Chávez le dejó a Castro el password de la cabina de control de gobierno. Fidel y Raúl ingresaron y se encontraron con una realidad compleja: sin futuro.

 

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Si el 17 de diciembre de 2014 Barack Obama anunció el hito de su política exterior (reestableciendo relaciones con Cuba), el 10 de mayo de 2015 Raúl Castro acudió al Vaticano para despedirse del comunismo, o si se prefiere, presentar el segundo capítulo de la transición: “…no lo digo en broma”, mencionó el presidente cubano para imposibilitar segundas interpretaciones (de sus palabras), “…si el Papa continúa hablando así volveré a rezar y regresaré a la Iglesia”.

 

El jesuita ha convertido a los Castro.

 

Obama siente el cerco republicano pero el Papa hace equipo con él en su política exterior. Si a Dios se le recuerda en el papel moneda dólar y en la Constitución, entonces Dios se convierte en diplomático estadunidense. Cuando Obama deje la Casa Blanca la relación con Cuba tendrá un punto de no retorno, es decir, los republicanos (bajo el supuesto de su victoria presidencial) encontrarán sobre el escritorio un acertijo sin respuesta. ¿Cómo romper las relaciones con Cuba si el mundo estará en Cuba? Algo más, Obama le dejará a Hillary Clinton (en caso de que sea la candidata ganadora en las primarias demócratas) un avance importante en materia de política exterior, algo que a Ted Cruz, Marco Rubio y probablemente, Jeb Bush, les estará restando horas de sueño actualmente.

 

Cuba como elemento geoestratégico de cambio sobre el tablero de la globalización; Castro como leal compañero de viaje del presidente Obama. Y junto a ellos, Francisco.

 

En efecto, al parecer, la inercia de los acrónimos debilita a la razón: la retórica como línea (industrial) de producción humana. Hoy, el Vaticano hace las veces de la ONU, institución que nace de los ladrillos derrumbados en la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patria, en ruso) pero arrojada al vacío por sus promotores durante las reacciones posteriores a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, entre algunos otros acontecimientos.

 

El spin doctor que maneja la agenda mediática del papa Francisco es un fenómeno. No hay día en el que las agencias de información dejen de escribir líneas políticas del jesuita que se ha convertido en una institución supranacional tipo ONU. En el abecedario diplomático se le conoce como soft power pero la filosofía jesuita no admite motes.

 

Todo parece indicar que La Habana intenta convertirse en la Nueva York de nuestro siglo. La ciudad más visitada por los presidentes por patrocinio de la ONU. Ayer, le tocó a François Hollande presentarse, primero ante Fidel y después con el presidente, para mostrarles su interés por invertir en la isla.

 

No hay país más complicado que Cuba para descifrar su diplomacia. Entre la anticuario de símbolos se encuentra la visita a Fidel. Hollande la hizo y se convierte en el primer presidente europeo en ser aceptado en el domicilio de Fidel echando abajo la anterior postura de la Unión Europea en la persona de José María Aznar.

 

Al parecer, Cuba es lo más progre del momento.