Inútil recurrir a la semántica del siglo pasado; al hacerlo nos encontraremos con acrónimos oxidados. El mundo de hoy no es unipolar ni multipolar, es híper laberínticamente multipolar.

 

Obama ha decidido entrar en una dinámica en la que anquilosados paradigmas vuelan por el túnel del pasado. No hace demasiados años Mahmud Ahmadineyad apuntaba hacia Israel su retórica retrógrada cargada de uranio y populismo. Hugo Chávez lo recibía con alfombra roja en su intento de reforzar el eje ALBA, una especie de lanza cohetes verbales en contra de Washington.

 

BarackObama

 

En el interior del laberinto híper multipolar Obama y Putin suelen estar en los extremos pero en ocasiones se encuentran para votar, juntos, a favor de la paz. Hasan Rohaní, a diferencia de su antecesor, piensa más en economía y menos en nacionalismo estúpido. El presidente iraní ha hecho que Estados Unidos y Rusia firmen juntos la ruta crítica con la que él, Rohani, podrá liberar a su país del embargo comercial.

 

Laberíntica estrategia persuasiva entre Damasco y Washington. Siria, un “doble” estado fallido, por la represión de Bachar al-Asad y por la locuaz idea del Estado Islámico de montar al mismo califato que se extendió desde Bagdad a Damasco en el 1200 d.C.

 

La visión miope de Netanyahu (“El pacto es un enorme error histórico”) no contempla el modelo multivariable de Obama. Mientras que el premier israelí defiende la idea de las guerras preventivas para mantener limpias sus fronteras, Obama desdobla el mapamundi para utilizar a Irán como dique de contención en la zona.

 

Recordemos, Egipto, el aliado (Mubarak) histórico de los estadunidenses es gobernado actualmente por un general golpista (Al Sisi). Es decir, Obama se ha dado cuenta que el mapa de Oriente medio ha quedado trastocado por los estados fallidos: Irak, dividido entre kurdos, chiitas y sunitas; Libia con dos gobiernos, ambos débiles; Yemen también, con dos gobiernos, uno de ellos apoyado por Irán. Siria con sus cuatro millones de refugiados, que lo mismo corren hacia Turquía o a Jordania, Líbano, Irak o el Kurdistán iraquí.

 

Obama también confirma la mala relación con Israel. Siete años atrás le dio a Hillary Clinton la misión de sentar a Palestina e Israel en la misma mesa. No pudo. Obama insistió con Kerry. Tampoco pudo. Se percató que con Netanyahu es imposible de negociar.

 

Y de Teherán Obama salta a París para apoyar, a una mano, a Hollande en su batalla perdida con Merkel. Con la otra le llama a la canciller alemana para convencerla de que Grecia se quede en la eurozona. A Tsipras le dice que baje armas, que su idea del referéndum lo dejó herido de muerte, y que lo mejor, es que recule. Es decir, que se inmole en el fuego de Syriza.

 

Durante el fin de semana, Obama deja Atenas para trasladarse a Sinaloa donde la gente aplaude el show del misterioso Houdini del siglo XXI, el narco que logra abrir un boquete retando a las leyes de la física a través de taladros silenciosos.

 

El Pentágono, sigiloso, filtra a la agencia AP demasiados elementos que hacen rechinar la dentadura a Peña. Los 400 años de cárcel que pidió Murillo, con do de pecho burlón incluido, para después proceder a la extradición a Estados Unidos, terminan por convertirse en un puñado de meses y un final en que, con ayuda del pésimo manejo de crisis de Los Pinos, las televisoras mexicanas contribuyen a difuminar la frontera moral del “bueno contra el malo”. Como héroe que regresa de Ítaca, El Chapo observa a los suyos aplaudiéndole.

 

El Pentágono, furioso, extiende un brazo para auxiliar al gobierno mexicano. La DEA lo advirtió, le dicen. Como no queriendo pero dejando más vulnerable al presidente mexicano.

 

 

Y el lunes, escala en La Habana. Kerry viajará para izar la bandera. La foto será replicada en todo el mundo.