La sensación es que los atentados en París se observan en pantallas de plasma mientras que la toma de rehenes en Malí se mira con dificultad a través de viejas televisiones en blanco y negro; en la de plasma se escucha un sonido hiperrealista mientras que las de blanco y negro carecen de sonido; unas son portátiles y otras estáticas. Las primeras emocionan mientras que las segundas aburren. Conclusión, la noticia como espectáculo se aprecia mejor en Europa.

 

La realidad es que el rating no sabe de democracia. Algo peor, es un tirano.

 

Una semana después de los atentados en París, el hotel Radisson Blu en Bamako fue invadido por un grupo terrorista con el objetivo de tomar como rehenes a turistas y trabajadores. Cualquier análisis, por más superficial (por inmediato) que fuera, apuntaba hacia la generación de una tendencia de atentados en contra de Francia. Vale recordar dos aspectos: que la república de Malí fue colonia francesa hasta el 22 de septiembre de 1960 y que el ejército del presidente François Hollande se encuentra en el país africano desde hace dos años a raíz de la insurrección independentista tuareg que intentó apropiarse de la región Azawad en el desierto del Sahara.

 

El interés mediático tuvo que haberse desdoblado de París hasta Bamako bajo el escenario de concatenación de ataques entre una especie de franquicias de Al Qaeda: Estado Islámico, en el caso de los terroristas que actuaron en París, y Al Morabitoun, grupo que reivindicó la toma de rehenes en Malí.

 
Los primeros reportes revelaron que el asalto al hotel Radisson Blu por parte del ejército maliense (apoyado por soldados de la ONU) duró entre seis y ocho horas, mientras que el número de rehenes fallecidos se situaba en 27. Tres días después de la masacre, la cifra de muertos es de 19 y los terroristas no pertenecen a Al Morabitoun. El presidente maliense, Ibrahim Boubacar Keïta, reveló a la cadena Al Jazeera que a pesar de la reivindicación, los servicios de inteligencia cuentan con datos que apuntan hacia el grupo Frente de Liberación Macina como el que orquestó el acto terrorista. Se trata de una secta yihadista dirigida por un predicador radical en la ciudad Mopti, Malí.

 

En París, la cifra exacta de muertos se supo en menos de cuatro horas; 48 horas en Malí. En Francia, la policía reveló la identidad de los terroristas en menos de tres días mientras que la policía de Bamako no lo ha hecho tres días después. A París llegaron enviados especiales de medios de comunicación internacionales; en Malí, con la excepción de Al Jazeera, Le Monde, France 24 y AFP, difícilmente se conoce alguna otra agencia que se encuentre cubriendo el atentado.

 

En México se sabe que los fines de semana son una especie de droga para la mayoría de los medios de comunicación. Los lunes son sábados y domingos porque la televisión revela noticias 72 horas después de que ocurrieron.

 

Medios mexicanos enviaron a reporteros a París para que lloraran frente a la Torre Eiffel. Poco hablaron del sismo geopolítico que detonó el Estado Islámico. Pocos contextos, mucha producción de emotividad al ritmo de música de violín. ¿Y sobre Abu Bakr al Baghdadi, qué rasgos lo distinguen de Osama Bin Laden? ¿Cuáles son los lazos entre el Frente de Liberación Macina y el Estado Islámico? ¿Qué hacía el chileno barbudo Abu Safiyya en el video de lanzamiento del Estado Islámico en junio del año pasado?

 

México perdió la presidencia de la OMC frente a Brasil sólo por un motivo: África votó por Roberto Azevêdo porque su país tiene más de 20 embajadas mientras que Herminio Blanco tuvo que asimilar la derrota porque México no tiene más de la cuarta parte. No nos interesa.

 

Y sí, el Radisson Blu de Bamako no tiene el ornamento noticioso del Ritz de Place Vendôme. ¿Cuántos Bamako son París?