Al parecer, la vida de Jordi Pujol no tendrá el mismo desenlace que la de Carles Puyol; los dos fueron muy queridos por los catalanes. El primero gobernó durante 23 años Cataluña; el segundo también gobernó pero la defensa del mejor equipo de la historia, el Barcelona de Guardiola. No fue tan longevo como Pujol, 14 años jugando para el primer equipo.

 

Jordi Pujol se convirtió en fuente de identidad entre los catalanes porque lo mismo ganó negociaciones a Felipe Gonzáles que a José María Aznar; su nombre se vinculó tanto a Cataluña que en 1986, cuando estalló el tema de corrupción de Banca Catalana en el cual él estuvo involucrado, argumentó que todo ataque contra su persona en realidad era un ataque contra Cataluña.

 

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Carles Puyol rebasó la etiqueta de capitán para convertirse en icono semiótico de fuerza, lucha e imbatibilidad.

 

Hasta hace pocos meses todo parecía indicar que Pujol y Puyol eran dos caras de una misma moneda: liderazgo catalán.

 

La desgracia de Puyol coincide con el último año de la era Guardiola. Pocos días antes de que se jugara la final de la Copa del Rey de 2012, frente al Athletic de Bilbao, Carles Puyol se lesionó la rodilla por lo que no pudo jugarla, como tampoco pudo participar con la selección española en la Eurocopa. A partir de ese momento, Puyol no volvería a tener las rodillas que tuvo durante su época de oro. El 4 de marzo de 2014 anunció su retiro del futbol.

 

La desgracia de Jordi Pujol la detonó el periódico El Mundo el pasado 7 de julio. “La familia Pujol ingresó 3.4 millones (de euros) en un mes en un banco de Andorra”, el titular a cuatro columnas. El diario publicaba que del 9 de diciembre de 2010 al 4 de enero del 2011 los integrantes de la familia habían realizado los depósitos equivalentes a 61 millones de pesos sin pasar por el filtro fiscal.

 

La realidad es que tiempo atrás, la exnovia del primogénito de la familia Pujol, Victoria Álvarez, reveló que en varias ocasiones acompañó a su pareja a Andorra donde trasladaban bolsas para la basura repletas de billetes de 500 euros (nueve mil pesos). El secreto a voces no escaló a los corredores judiciales como tampoco llegó a ellos la lapidaria frase del entonces presidente Pasqual Maragall, dirigida directamente al opositor Artur Mas (hoy presidente): “el problema de CiU se llama 3%”. Maragall se refería a las comisiones por obras públicas que cobraba el partido de Pujol y Mas, Convergència i Unió. Se habló en su momento de que 50% de ese cobro ilícito se dirigía a las arcas del partido y el resto a la familia Pujol.

 

Pero las declaraciones y rumores se diluían en el poderoso apellido Pujol hasta que El Mundo publicó las pruebas del delito el 7 de julio. Ese día inició el desmontaje no de un mito, sino de una narrativa perfectamente contada por el que fuera presidente de la Generalitat. Santos Juliá escribió un texto luminoso el pasado 17 de agosto en El País: “En los días del gran engaño”. En él Juliá asegura: “¿Un mito? No, Pujol no ha sido nunca un mito. Culto, leído, bien dotado para la retórica, dueño de voluntades, Pujol ha sido el fabulador de un gran engaño, el constructor de un gran relato, fuente de legitimación de un poder absoluto que ha resultado ser un poder operado a la manera de clanes y mafias”.

 

Tuvieron que pasar 18 días después de la publicación para que Jordi Pujol reconociera que tiene una fortuna sin declarar producto de una herencia. El delito fiscal lo aceptó pero se distanció de las pruebas publicadas por el periódico. Sabemos que la ambigüedad nunca juega a favor de los políticos.

 

En un retiro veraniego, Pujol se ha dejado fotografiar en medio de un escenario idílico en una casa ubicada en Queralbs, en Gerona, un lugar de montaña propio para refrescarse. A ese lugar se trasladó gente del partido para solicitarle al ex presidente que comparezca en el Parlamento catalán para aclarar el embrollo en el que se encuentra metido junto a su familia. El motivo es claro: la consulta con naturaleza secesionista que el presidente Artur Mas desea organizar el 9 de noviembre.

 

La consulta está herida pero tiene la oportunidad de “cerrar” el 11 de septiembre, el día en el que los catalanes azuzan a su nacionalismo para tomar distancia de España. Si millones de catalanes salen a las calles de Barcelona para formar la famosa V de victoria sobre las avenidas Diagonal y Gran Vía, entonces el caso Pujol no será un elemento a considerar a nivel popular, y sólo habrá que esperar la reacción del gobierno de Mariano Rajoy.

 

La presión para que Pujol deje claro el monto fiscal que no cubrió proviene de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido que apoya a Artur Mas en el gobierno, separatista y promotor de la consulta soberanista. Si por alguna razón el 9 de noviembre no hay consulta, el final del gobierno de Artur Mas será súbito por lo que ERC tendrá enormes posibilidades para presidir el nuevo gobierno cuya primera decisión sería separar Cataluña de España de manera unilateral.

 

En efecto, los finales de Pujol y Puyol son disímbolos a pesar de la fonética.