El derribo de un avión ruso en la frontera turca-siria ejemplifica el estado de una guerra cuyo campo de batalla parece ocurrir en el interior de una nebulosa: los amigos de mis enemigos pueden ser mis amigos. De haber sido un avión francés, ¿Turquía lo hubiera derribado? ¿Acaso no existe comunicación entre Rusia y Turquía, dos países que supuestamente atacan al Estado Islámico? Del otro lado de la moneda, una nueva alianza, la de Francia con Rusia. De manera redundante, ¿no existe comunicación entre el presidente francés François Hollande con el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan?

 

Algo anda mal entre los países que conforman alianzas contra el Estado Islámico. La mala coordinación entre los aliados la está aprovechando el terrorista Al Baghdadi, cabeza del Estado Islámico. No sería extraño verlo feliz frente a las discusiones entre Putin y Erdogan; entre Al Asad y Hollande; entre Obama y Erdogan, y por supuesto, entre Hollande y Obama. En las últimas horas Egipto, Túnez y Malí han sido focos de nuevos atentados, mientras los aliancistas tratan de ponerse de acuerdo sabiendo que difícilmente lo harán.

 

En este caso conviene evitar la lectura bélica tipo Walt Disney; salvo los terroristas del Estado Islámico, . Se trata de una guerra intermediada que trastoca las alianzas de un día a otro.

 

Para el presidente turco Erdogan, Barack Obama es un presidente blando por no haber querido atacar por tierra al sirio Bashar al Asad en 2014. Erdogan tiene dos caras: con la ficticia dice que ataca al Estado Islámico, la otra, con la auténtica, permite a los terroristas yihadistas atacar a los kurdos turcos. Es probable que el actor más cínico de la guerra contra el Estado Islámico sea Erdogan (aliado de México en el referente virtual-comercial MIKTA). Sabemos que el presidente Putin apoya a Al Asad desde el principio del conflicto pero la ambigüedad de Erdogan debilita la eficiencia de la guerra contra el Estado Islámico.

 

Durante meses Hollande reiteró que no atacaría al Estado Islámico porque al hacerlo protegería a Al Asad. Después cambió de opinión. Fue el 27 de septiembre pasado cuando decidió bombardear al Estado Islámico. Hollande recibió el pasado 4 de octubre a Putin en París y le dijo que “el Estado Islámico es el enemigo contra el que tenemos que combatir” (Le Monde, 5 de octubre). Una semana después ocurrirían los atentados en París. Hoy, queda claro que para Hollande es prioridad atacar a los yihadistas y no la salida de Al Asad. La alianza de Hollande con Putin enfureció a Obama pero no le queda otra que guardar las formas con su aliado histórico, Francia. El 15 de noviembre Hollande desplazó a la OTAN al pedirles ayuda a los miembros de la Unión Europea. No es necesario hacer una lectura entre líneas. Hollande fue claro al utilizar la misma cláusula de la OTAN pero citando el Tratado de la Unión Europea: Si un país miembro es atacado, los países que conforman la Unión Europea deberán darle apoyo. Pero al parecer, Erdogan quiere meter a la OTAN en la nebulosa. Obama defendió a Erdogan tras el derribo del avión ruso. ¿Mensaje a Hollande por haber hecho la alianza con Rusia?

 

Obama ha mantenido un bajo perfil desde los atentados en París. Hace bien porque el mapa de Oriente Medio se ha desdibujado no sólo geográficamente, principalmente en sus alianzas diplomáticas.

 

Los monarcas suníes del Golfo ven a Obama como demonio por haberles traicionado al pactar con Irán (chiitas). Algo más, Obama sabe que Arabia Saudita y Catar han apoyado al Estado Islámico desde que Al Baghdadi se puso como objetivo derribar a Al Asad. Obama necesitaba a un interlocutor chiita (Irán) en medio del infierno que está provocando el salafismo sunita. Un nuevo conflicto se vislumbra a mediano plazo: Turquía en contra de Irán. ¿Cuándo dejará de utilizar Erdogan su cara ficticia?