La atención al discurso de Raúl Castro durante la Asamblea General de la ONU convergió en el concepto “embargo”. La realidad, la que ya vive Cuba, parece un montaje de ficción sobre la historia: se trata del modelo Netflix.

 

La retórica y el pragmatismo son las antípodas que ya se observan en las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.

 

El guión de siempre se impuso en el sentir de Castro, durante su visita a Naciones Unidas, al declarar que Obama ha hecho poco para desmontar el embargo.

 

¿Qué es “mucho”? ¿Cuánto es “poco”? El modelo Netflix es un modelo de confianza.

 

Cuando la empresa que emite películas y series a través de internet llegó a la isla, los reflejos paradigmáticos revelaron tres sospechas: ¿Cómo ingresar a un país con penetración de banda ancha del 5%? ¿Cómo pensar que un cubano destinará 50% de su sueldo para pagar 7.99 dólares mensuales por el servicio de Netflix? ¿Por qué importar cultura del imperio a una zona libre de humo?

 

La proyección de confianza por parte de Netflix está totalmente correlacionada con el desmontaje del embargo: la bancarización está llegando a Cuba; se están preparando estrategias para lograr sinergias comerciales, y se vislumbra la conformación de una clase media.

 

No son hipótesis. Stonegate Bank y Master Card ya forman parte del sistema bancario por el que circulan en ambos sentidos recursos financieros. Por lo que toca al ámbito comercial, el sábado pasado la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Washington fue sede de un encuentro binacional, cuyos objetivos fueron: que Estados Unidos y Cuba construyan una relación comercial estratégica, desarrollar vínculos en el sector comercial e identificar oportunidades de negocio.

 

American Airlines aterriza en Cuba bajo el rostro de chárter desde años atrás. En este año lo hará mil 200 veces, mientras que los permisos para viajar a la isla ya fueron suprimidos, siempre y cuando los viajeros pertenezcan a uno de los 12 perfiles permitidos para hacerlo entre quienes se encuentran: familiares, religiosos, burócratas y artistas.

 

Netflix región Cuba es el crucero de dos épocas asentadas en Cuba, hoy; es la metáfora que mejor embona con las múltiples externalidades positivas que arroja la revolución de la tecnología. Y algo relevante, en una década seguramente no se hablará de Netflix región Cuba sino de Cuba región Netflix.

 

La obsesión por la palabra “embargo” margina los grandes pasos que han ocurrido en menos de 12 meses. Entre las últimas cinco décadas nunca ha existido la apertura de servicios como en 2015. Parte de la obsesión se vincula con el mundo tangible (siglo pasado) y no con el intangible (tecnológico). Los congresistas republicanos observan impacientes que las medidas ejecutivas de Obama han relajado el intercambio entre las dos naciones.

 

Raul_Castro_UNRaúl Castro subió a la tribuna de la Asamblea General de Naciones Unidas para repasar la historia observada por Fidel, pero poco habló del futuro. Mencionó a Argentina, Ecuador, Venezuela y Brasil, países aliados.

 

Dos errores ubico en su texto. Reflexionar sobre los derechos humanos en el mundo al tiempo que se mordía la lengua, y pedir que cesen los ataques a través de los medios de comunicación contra el régimen castrista. Imposible que ocurra el cese de críticas en un ambiente de pluralidad y de libertad de prensa. Castro cometió un grave error de colocar esta petición junto al fin del embargo, la salida de Estados Unidos de Guantánamo y resarcir los daños a ciudadanos y gobierno por la política de bloqueo.

 

Importante, el regreso de Cuba al concierto de las naciones. En 50 años Raúl Castro no había visitado Nueva York. Muchos cambios, inclusive el crecimiento de desgaste acelerado del embargo.

Para comprobarlo basta un clic en Netflix cubano.