El personal amable del hotel, la playa, la compañía y una jugada de golf maravillosa, hicieron la diferencia. Aunque no fue una vacación ideal, sí fue una buena escapada de la ciudad. Haciendo comparaciones mentales, me puse a pensar en lo fundamental que es escoger el hotel ideal para la experiencia que buscas. Desafortunadamente esta vez me había equivocado. Este no era el hotel romántico que estaba buscando. Sin embargo, no todo estaba perdido. Algo que ofrece el sello Four Seasons es la consistencia. Hace tiempo en el Four Seasons de El Cairo probé de los mejores huevos benedictine de mi vida y los de Punta Mita no me fallaron, estaban perfectamente preparados.

 

Hace un par semanas me escapé al Four Seasons Punta Mita. Sin duda, lo que más me gustó de este hotel fue su nivel de servicio. Inmediatamente, te sientes bienvenido y acogido por el lugar que cuenta con atención de primera.

 

Mientras descansaba en la alberca, me puse a pensar de lo que espero de un hotel de esta categoría y dentro del rango de precio que pagué. Los cuartos en este Four Seasons, comparados con los nuevos hoteles que se han construido en playas mexicanas, son pequeños, aunque eso sí, muy cómodos. Los artículos de baño, a pesar de contar con productos de la marca francesa de L’Occitane, se limitan a lo básico. Cuentan con una alberca para adultos y el acceso de niños al spa está prohibido, sin embargo, los niños frecuentaban ambos lugares. Al mismo tiempo, la oferta de actividades era amplísima. Todo el día había actividades en las que podía participar dependiendo de tus gustos, desde degustaciones de chocolate, tequila y vinos a actividades para los niños, clases de surf,  caminatas para observar los pájaros y hasta yoga frente al mar. También, en el mismo desarrollo, los golfistas, cuentan con dos campos fabulosos en los que pueden jugar.

 

Sin duda cuando uno planea una vacación hay que dedicarle tiempo a pensar en el tipo de experiencia buscas. Después de mi visita, no recomendaría el Four Seasons Punta Mita para una escapada romántica, pero sí, para una vacación con toda la familia.

 

Recordaba mi más reciente estancia en el Banyan Tree de Acapulco, donde por el mismo precio tenía una suite con alberca privada. El cuarto contaba con una cafetera Nespresso y una tetera para preparar el té, bolsas para llevar la playa, una bolsa para él y para ella con todos los artículos de aseo. El spa del Banyan es de los mejores que conozco, con cabinas privadas para parejas en donde puedes sentarte a disfrutar de la vista de la bahía mientras de consienten con masajes de pies, tes y bocadillos. El spa en el Four Seasons Punta Mita se me hizo que ofrecían una experiencia promedio y más, si se incluye mi experiencia de la niña llorando mientas su mamá la bañaba y peinaba en sus instalaciones. Tengo que confesar, que el Banyan tiene muchísimos detalles que extrañé en el Four Seasons.

 

Mientras hacía mis comparaciones mentales, me puse a pensar en lo fundamental que es en el proceso de planeación escoger el hotel ideal para la experiencia que buscas. Desafortunadamente esta vez me había equivocado. Este no era el hotel romántico que estaba buscando.

 

Sin embargo, no todo estaba perdido. Algo que ofrece el sello Four Seasons es la consistencia. Hace tiempo en el Four Seasons del Cairo probé de los mejores huevos benedictine, que había probado en mi vida y los de Punta Mita no me fallaron, estaban perfectamente preparados.

 

Cierro los ojos y todavía puedo recordar esa la salsa holandesa perfectamente preparada, el huevo escalfado, cocinado tiernito, la rebanada de jamón y la base del pan salado conocido como english muffin. Lo que es cierto es que la preparación de este platillo en particular requiere de un amplio entendimiento de las técnicas culinarias. Primero, en la escalfada o cocción en agua del huevo, que no es cualquier cosa; y después en la elaboración de la emulsión de la salsa holandesa, lo cual hasta cierto punto, requiere de un entendimiento de química de alimentos.

 

La consistencia de la salsa depende de tres factores: Uno, la cantidad de yemas que se utilicen para su elaboración (mientras más yema, más espesa); dos, el manejo de las temperaturas de la salsa para que se pueda ligar sin que se cocine el huevo de más y se hagan grumos; y tres, para mí lo más importante, la paciencia con la que se integran los elementos: mientras más lento se haga, mejor se va a hará la emulsión.

 

La historia de los huevos es un misterio. Lo que parecería es que están basados en una preparación francesa renacentista llamada œufs bénédictine, consistente de un pan frito untado con brandade (un puré de bacalao salado y papas) con un huevo escalfado y bañado con salsa holandesa.

 

Todos están de acuerdo en que los huevos como los conocemos el día de hoy se inventaron en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, existen tres historias. La primera cuenta como a finales del siglo pasado la Sra. Le Grand Benedict, cansada del menú de Delmonico’s, le pidió al capitán algo diferente. Al preguntarle el capitán a la Sra. si tendría alguna sugerencia, comentó que le gustarían unos huevos escalfados con una lonja de jamón, salsa holandesa y ralladura de trufa. La segunda historia le atribuye estos deliciosos huevos al Sr. Commodore E.C. Benedict, un banquero y amante de los veleros.

 

La tercera, la más documentada, cuenta que el Sr. Lemuel Benedict en 1894, un banquero retirado de Wall Street y cliente asiduo del restaurante del hotel Waldorf, tras una noche de parranda le pidió al capitán Oscar Tschirky que le preparara un pan tostado con mantequilla, huevos escalfados con tocino crujiente y bañados de salsa holandesa.  Después el capitán decidió hacer sus propios experimentos y sustituyó el pan por el “english muffin” y el tocino por el jamón.

 

No se cuál de estas historias sea la verdadera. Pero te puedo decir que esos huevos benedictine estaban deliciosos. La consistencia y capacidad de ejecución es algo que también se agradece. Hasta el día de hoy no hay vez que me fallen los huevos benedictine en un Four Seasons, incluyendo el de la Ciudad de México.

 

Como dicen, en el mar la vida es más sabrosa y comiendo bien, aún mejor. Sin duda el personal amable del hotel, la playa, la compañía y una jugada de golf maravillosa, hicieron que aunque no fuera mi vacación ideal, si se convirtiera en una buena escapada de la ciudad.

 

Te deseo que tengas un maravilloso domingo y recuerda, ¡hay que disfrutar el sabor de la vida!

 

 @anasaldana | ana@anasaldana.com
Four Seasons Punta Mita
http://www.fourseasons.com/puntamita/
Punta Mita, Bahía de Banderas, Nayarit.
Tel. 52 (329) 291-6000