La divisa nacional sigue siendo la válvula de escape frente a choques internos y externos ligados a nuestra economía presente y futura.

 

En la última etapa de las elecciones presidenciales que culminarán el 8 de noviembre, las encuestas muestran una contienda más cerrada entre los candidatos a la Presidencia, especialmente ahora que el tema del FBI y los correos de Hillary han vuelto. Van desde uno hasta cuatro puntos de diferencia.

 

Si gana Hillary Clinton sería más benéfico para nuestro país, aunque seguramente se tendría que recomponer la relación lastimada por la visita intempestiva de Trump a México. Para Estados Unidos sería más tranquilizante, mas no se tomaría con alegría. También será determinante cómo quede el Congreso, ya que si las cámaras, la baja y el Senado quedaran del lado republicano, no habría gobernabilidad ni avances en la economía, y tomaría dos años buscar acuerdos entre el Presidente y el Congreso.

 

Si fueran demócratas ambas, seguramente habría replanteamientos, aunque vemos pocos cambios significativos y deberán de aprovechar los siguientes dos años, porque seguramente el Congreso cambiará de manos en la siguiente elección. La tercera, si una cámara fuera para cada partido podría implicar también un proceso de negociación, aunque veríamos la mejor combinación y un avance sano de la economía.

 

Ambos candidatos han prometido estímulos fiscales, lo que sobrecalentaría a la economía, pero también a la inflación y, por lo tanto, el ciclo de alza en tasas por parte de la Fed podría tomar nuevas velocidades, en especial hacia 2017, lo que para nuestro país sería bueno por el lado comercial, pero también el ciclo de alza en la tasa del Banxico se aceleraría y el peso mexicano resentiría por momentos.

 

En estos siete días vemos que la divisa nacional tiene ya descontada una caída de Trump cuando llegó a tocar niveles bajos entre 18.50 y 18.40 en el mercado interbancario. Sin embargo, no ha descontado un resultado adverso a una combinación negativa para la gobernabilidad americana por dos años, que sí podría provocar que el peso tuviera presiones de alza hacia los 19.50.

 

El 15 de noviembre debe quedar aprobada la Ley de Egresos 2017 y el Paquete Económico, que servirá para evaluar la posibilidad real de que la deuda pública alcance pronto un punto de inflexión y la relación deuda/PIB empiece a estabilizarse. Se tendrá un primer impacto hacia finales de mes y el peso estará resintiendo, para bien o para mal, el sentimiento de las calificadoras crediticias.

 

El recorte al gasto público impactará el desarrollo de la economía, y mientras no regrese la confianza en el consumo y en la inversión por parte de la iniciativa privada, el riesgo de un bajo crecimiento en 2017 incidirá en el nivel de la deuda pública y, por lo tanto, en el peso.

 

La moneda está en el aire. Serán ocho días de definición por las elecciones en EU, 15 días para la entrega y aprobación del Paquete Económico 2017, que será relevante ante el riesgo de baja en la calificación crediticia. Además, el riesgo de una normalización de tasas por parte de la Fed, que en diciembre pudiera subir 25 puntos base, pero con un ciclo más visible de alza en 2017, si la inflación se presiona y las nuevas administraciones aumentan el déficit fiscal americano. Por todo ello, el peso seguirá presionado.