La próxima semana se iniciará la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea. Será el 29 de marzo cuando la primera ministra del Reino Unido de la Gran Bretaña, Theresa May, invoque el artículo 50 del Tratado de Lisboa y haga la notificación oficial para abandonar la Unión Europea dando seguimiento al referéndum del 23 de junio pasado.

 

 
Entre las intenciones de la primera ministra están la de mantener una relación comercial y política lo más cercana posible tras el Brexit, aunque busca acabar con la libertad de flujo y controlar la inmigración. Pero se tienen muchas preguntas sin respuestas: cómo será el proceso, qué riesgos corre la Unión Europea si otorga una relación comercial y política que beneficie a ambas partes en un futuro, cuánto durará en realidad este proceso (se habla de un periodo de dos años), qué harán los partidos de extrema derecha que son sumamente proteccionistas, sí se contaminarán las elecciones en Francia y Alemania por este evento, quién gana y quién pierde en el corto y en el mediano plazo, además de cuáles serán los efectos que tendrán las divisas y los mercados.

 

 
Hasta ahora, la libra ha sido la válvula de escape y ha registrado desde el 23 de junio pasado una depreciación cercana a 17% pasando de 1.49 a 1.24 dólares por libra.

 

 
La economía de la Gran Bretaña mantuvo su ritmo de crecimiento por arriba de 2.0% anual y únicamente sus niveles de inflación tanto al productor como al consumidor se presionaron por el impacto en las materias primas ubicándose en 3.7 y 2.3% anual, de forma respectiva, pero acordes al desarrollo de las economías y mercados internacionales.

 

 
Theresa May está iniciado una gira por Gales, Irlanda del Norte y Escocia para explicar la estrategia que llevará a cabo. Seguramente estos gobiernos y parlamentos buscarán mayor competitividad en temas fiscales, comerciales, agrícolas y pesqueros, entre otros. Además, recordemos que Escocia tiene la inquietud de independizarse. Se está debatiendo la posibilidad de un nuevo referéndum de permanencia o salida de la Gran Bretaña.

 

 
Por otro lado, en abril se llevarán a cabo las elecciones en Francia. El resultado reciente en Holanda podría ser una señal de los límites populistas en Europa dando un giro al resultado de las votaciones en Estados Unidos. El lunes pasado se realizó un debate entre los candidatos, en el que el centrista Emmanuel Macron ganó el debate en algunas encuestas, pero tanto Macron (partido ¡En Marcha!) como Le Pen (partido Frente Nacional) se empiezan a separar del resto de los contendientes. Además de François Fillon, se sabe que Marine Le Pen tiene abiertos dos casos con la administración fiscal; destaca uno de ellos por desdeñar el valor de un activo que le corresponde, propiedad de su padre.

 

 
Hasta ahora Le Pen se ubica en segundo lugar entre las principales encuestas para una primera vuelta, pero en una segunda vuelta podría perder en su caso.

 

 
En días pasados, tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Banco de Inglaterra (BoE) dejaron intactas sus políticas monetarias. Las tasas de interés se ubican en 0% y +0.25%, respectivamente, ambas con programas de compra de activos, aunque el BCE estará reduciendo su ritmo de compra a partir de abril de 80 a 60 mil millones de euros mensuales, puntos de partida para ir reduciendo ya el QE ante un escenario más optimista, aunque moderado de la economía de la región.

 

 
¿Será Fráncfort, Alemania, el nuevo centro financiero en Europa en lugar de Londres, Inglaterra, por el Brexit?

 

 
Será uno de los asuntos importantes que trae consigo temas de empleo, inversión, vivienda y fiscales los que estén en juego.

 
Por ello, a pesar de que los mercados han mostrado cierta confianza de una salida “ordenada”, en realidad no sabemos el efecto real. Cuando el exceso de liquidez empiece a limitarse, manejadores de fondos seguramente buscarán resguardar el recurso en herramientas más seguras y en ese momento evaluarán cada uno de estos instrumentos.