Qué cierre del año tuvimos. Baja operación en los mercados financieros por las festividades de Navidad y Año Nuevo, con un gobierno que aprovecha el momento para anunciar un aumento de gran magnitud en el precio de las gasolinas, en medio de un desabasto claro por la especulación en varios estados de la República.

 

Lo que nos faltaba, llegó. El aumento de entre 14 y 20% en el precio de la gasolina como parte de su liberalización tendrá efectos en el ajuste de precios de productos y servicios que, indudablemente, llevará a la inflación a ubicarse entre 4.5 y 5.0% en el primer semestre del año. La depreciación del peso mexicano de 20.5% en 2016 ya traería consigo esa presión sobre la inflación para este año y la puñalada que significó el aumento en la gasolina la llevará a niveles superiores.

 

Ojalá que este incremento en precios se viera reflejado en un ahorro y/o pago de servicio de deuda para evitar un mayor endeudamiento. Sin embargo, lo que creemos es que a las calificadoras les servirá para dar más tiempo y evaluar si ese recurso generó alguna productividad en el gasto, el ahorro o en la disminución de deuda antes de decidir si bajan la calificación crediticia.

 

Mientras tanto, los mercados en México concluyeron mixtos. El accionario (IPyC) registró una plusvalía de 6.2% en el año a pesar de haber tocado máximos históricos en agosto pasado y ganancias en aquel momento de más de 13%. Las expectativas del triunfo de Donald Trump y un escenario 2017 de menor crecimiento, con riesgo sobre la inflación y tipo de cambio adicional, llevaron a redefinir sectores y empresas con potencial de crecimiento por un lado o bien, empresas y sectores que podrían verse afectados.

 

El año 2017 parece mostrarse con riesgos al menos en los primeros meses, cuando se tendrán los primeros 100 días de la administración Trump, el inicio del Brexit, las elecciones en Francia y el bajo crecimiento de nuestra economía ante una recorte en gasto público del gobierno, bajo nivel de consumo e inversión, tanto pública como privada, menor disponibilidad de flujo para la sociedad y un mayor endeudamiento también por el incremento en las tasas de interés y cuya tendencia seguirá al alza este año.

 

El peso mexicano concluyó en 20.74 pesos en el interbancario, registrando una depreciación anual de 20.5% (59% si consideramos lo que va de esta administración) y al menudeo sobrepasando los 21.00 a la venta. Salvo una reacción con velocidad al alza en los precios del petróleo, hoy no vemos alguna señal que diera un posible cambio de tendencia en la cotización.

 

Por ello, si llegamos a ver movimientos entre 20.40-20.20 pesos en el interbancario, no dudemos de acumular dólares si se necesitan. En la medida que se acerque el 20 de enero y la entrada de Trump al Gobierno de Estados Unidos, el peso podría presionarse y es altamente probable que en el primer semestre del año veamos nuevos máximos históricos o, más bien, niveles históricamente más débiles del peso frente al dólar.

 

La tasa de interés terminó el año en 5.75% y la expectativa en 2017 será de un aumento de 100 a 200 puntos base adicionales, por un lado, la presión internacional de la Fed que manifestó la posibilidad de subir de 2 a 3 veces su tasa de referencia así como el riesgo de la inflación en México, veremos tasas del orden de 7.0% cuando menos en el fondeo diario, así que llevemos la curva a un proceso de alza mayor.

 

A pesar de estos riesgos, les deseo un extraordinario 2017 lleno de salud y éxitos personales y profesionales. Cuidemos nuestras inversiones, los gastos y nuestro bolsillo. Será como mejor nos defendamos…