Las dudas en torno a la desaceleración de Estados Unidos generaron movimientos importantes en los mercados el miércoles pasado, cuando se dieron a conocer dos datos; por un lado, la encuesta del sector privado conocida como el ADP (por sus siglas en inglés) y más tarde la cifra del sector “servicios”, que ha sido el “generador” de gran parte del crecimiento de esa economía de 2009 a la fecha y clave también en la recuperación de empleos. Este dato registró su nivel más bajo desde febrero de 2014 y al analizarlo más a fondo, el subíndice de empleo del sector se desaceleró de igual manera, lo que provocó una caída del dólar en un día como no se había visto en siete años y permitió, en contraparte, la reacción de materias primas como el petróleo, el oro, la plata, entre otras.

 

El debilitamiento del panorama en la economía global, liderado por la fuerte desaceleración de China y un crecimiento modesto de Japón repercutieron en una baja en la demanda de materias primas que llevó el precio del petróleo a caídas importantes desde junio 2014, pero que en este año alcanzaron puntos bajos no vistos en la cotización desde 2003. También la “divergencia” en las políticas monetarias de EU frente a potencias como la Zona Euro, China y Japón llevaron al “dólar” a un fortalecimiento que perjudicó a la producción industrial “global”, incluyendo la estadunidense.

 

Hoy, la Fed es un protagonista que vive un “fuerte dolor de cabeza”. Subió las tasas de interés en diciembre pasado en forma gradual, pero no alcanzó a visualizar un inicio de año “tormentoso”.

 

Un cuestionamiento de los mercados es este justamente. ¿Sí han aumentado las probabilidades para que esta desaceleración alcance momentos de “recesión”?

 

Vemos indicadores relevantes como la producción industrial contraída, un crecimiento modesto en ventas al menudeo, ingresos personales que no logran crecimientos sostenidos y un aumento en el consumo, compras de bienes durables que se han “acotado” y sólo se percibe una condición saludable en el sector automotriz y una mejora en vivienda.

 

La creación de empleos, que ha sido el “foco” para que la Fed haya tomado esa decisión en diciembre, parece empezar a “enfriarse” y la inflación no da señales de confianza para dirigirse este año hacia 2.0% bajo las condiciones actuales.

 

Así , los inversionistas dudan de que el dólar tenga que seguir con esa fortaleza, que al final ha generado un “círculo vicioso” para la economía mundial y todo parece indicar que irá cediendo terreno, lo que permitiría una estabilidad en divisas como el peso mexicano y también en materias primas como el petróleo.

 

Frente a un entorno de cambios globales es muy probable que la volatilidad permanezca en los mercados, aunque creemos que por ahora será menor a la observada en enero pasado. China seguirá siendo un factor relevante y también Irán, que buscará aumentar su participación de mercado, además de Estados Unidos como la economía uno en tamaño y motor mundial.

 

El peso mexicano que el pasado 21 de enero registró un cierre interbancario en 18.71 frente al dólar, está poco a poco recuperando terreno y desde nuestro punto de vista entre febrero y septiembre próximo lo veremos rondando la zona de 17.30, a pesar de que pueda haber presiones por momentos.