La imagen de Gonzalo Martínez Corbalá es impecable.

 

En todo el mundo se le reconoce como el mexicano cuya embajada estuvo para recibir a todos los perseguidos por la dictadura de Augusto Pinochet tras el golpe de Estado a Salvador Allende.

 

Legiones de disidentes chilenos viajaron a México –luego los desplazados por Rafael Videla– para convertirlo en su segunda patria.

 

Eso le dio estatura internacional.

 

Sin embargo, hay datos no conocidos de él.

 

Un día, en torno a una mesa del desaparecido Champs Elysees y en compañía de Miguel Lerma Caldenaria, platiqué largo de aquella experiencia de 1971.

 

-La embajada de México se convirtió en la mayor concentración de refugiados de América Latina. No cabíamos y tardaron mucho los salvoconductos para poner a salvo a los disidentes.

 

-Pero todo salió bien –le dije.

 

-Al final, pero hubo muchos riesgos –atajó.

 

 

UN PELIGRO PARA MÉXICO Y EU

El diálogo con Gonzalo Martínez Corbalá se encaminó a otros aspectos.

 

-¿Sabe qué fue lo peor? –me preguntó-. Que los militares de México y Estados Unidos en Santiago enviaron un reporte terrible de mí. De izquierdista, avanzada soviética, traidor y peligro para Estados Unidos no me bajaban… ¡De risa!

 

-¿Cómo lo supo?

 

-De casualidad –y dio sus elementos:

El agregado militar de México en Chile estaba en contacto con el agregado militar de Estados Unidos –yo no sabía- y por su conducto llegó información a Washington, a todas las agencias de inteligencia, con esa misma aseveración.

 

-Decían que yo era no nada más un enemigo de México y Estados Unidos, sino que pretendía llevar el comunismo a Sudamérica.

 

Lo supo “muchos años después” y aquí viene otra historia:

Martínez Corbalá fue el primer jefe político de Carlos Salinas de Gortari, quien se desempeñó como secretario particular antes de ingresar a las estructuras financieras gubernamentales.

 

Cuando Salinas era Presidente, lo mandó de gobernador interino a la caída de Fausto Zapata, desde cuya posición recuperó diálogo con altos miembros de las Fuerzas Armadas.

 

Ahí vio los reportes a Luis Echeverría y al gobierno de Richard Nixon.

 

-¡No lo podía creer… Yo todo un comunista!

 

Después de aquel diálogo volví a hablar con Martínez Corbalá para pedirle más información.

 

-¿Quién le dijo? Eso es un secreto de Estado.

 

Pero me confirmó los datos y otro secreto de Estado:

-Sí, yo quería reelegirme como gobernador de San Luis Potosí. Pero era un globo de sonda del Presidente –era Carlos Salinas– para luego reelegirse él. No funcionó y ni yo primero ni él después no reelegimos.

 

 

GRAUE Y LAS CLASES A AJENOS

1. El apoyo de la UNAM a instituciones públicas y privadas marcha con éxito.

 

En sus instalaciones hay alumnos del IPN, del Tec y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién.

 

Así no pierden clases.

 

Un gesto del rector Enrique Graue con duración temporal: el Tec pronto reubicará a sus estudiantes, el Poli, de Enrique Fernández, hasta construir dos unidades y la Septién está por verse.

 

2. A los críticos les parecerá poco, pero crecer 2.8% anual para Guerrero es una hazaña tras lustros de estancamiento y lo ha logrado el gobierno de Héctor Astudillo con el impulso a la inversión.

 

 

 

caem