Las marcas y lesiones hallados en los cuerpos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez evidencian un patrón de mutilaciones propios de la pornografía sádica una causal que podría estar detrás de estos crueles crímenes sistemáticos que datan desde inicios de los 90, revela una investigación del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
De acuerdo con la investigación Feminicidio y violencia de género, realizada por Patricia Ravelo Blancas para el CIESAS, en un gran número de asesinatos se presentan heridas muy sospechosas y poco comunes, aunque similares entre sí como la presencia de mutilaciones de mama, oculares y de vísceras; lesiones dentales; cortes en piel y cortes irregulares del cabello.
Ravelo Blancas concluye que es probable que una parte importante de los feminicidios ocurridos de Ciudad Juárez en las últimas dos décadas formen parte de dicha “industria criminal trasnacional”, una tendencia que surgió desde los años cuarenta, la cual con el uso de internet y nuevas tecnologías se moderniza y permite a grupos de criminales de distintas partes del orbe usar a mujeres y niñas para cumplir fantasías hiperviolentas sin ser castigados por ello.
“La mayoría de las marcas dejadas en sus cuerpos corresponden a las que provocan los actos de tortura sexual y sexo violento, usualmente practicados por traficantes de mujeres”, indicó la académica tras señalar que este modus de violencia estaría sumado a la trata.
Desde 2008 a la fecha han sido asesinadas en Ciudad Juárez 1,024 mujeres de forma brutalmente violenta, y si bien el gobierno estatal y municipales sostienen que son casos aislados, lo real es que dicha industria genera consumos sexuales exóticos, que implican desapariciones y crímenes de mujeres y niñas, quienes en su mayoría son seducidas con engaños.
La hipótesis que hace pública el CIESAS es la misma que el estado de Chihuahua ha desechado pese a las evidencias forenses registradas desde 1993.
Prostitución forzada
Blancas denuncia que entre los factores que impulsan este fenómeno está el capitalismo trasnacional y un mundo cada vez más globalizado, donde confluyen el tráfico de personas, la explotación sexual y la violencia feminicida.
“La prostitución forzada dentro del capitalismo ha sido una práctica mercantil recurrente, alcanzando proporciones que aún desconocemos en el mundo globalizado, donde se somete a estas mujeres y niñas a condiciones específicas de una esclavitud moderna, de explotación humana y de muerte violenta, propias del tráfico internacional en esta etapa del capitalismo global”, señaló.
En su trabajo detectó que las mujeres “están permanentemente expuestas al peligro, su cuerpo y su sexualidad están inmersos en una violencia estructural, donde la misoginia, la moral represiva y los prejuicios sociales, fortalecen un sistema económico y político más amplio, como el de la globalización”.
Estos elementos, apuntó, hacen que la violencia sexual trascienda las fronteras de lo local y opere a nivel trasnacional.
Violencia crece por crimen organizado
Con base en una amplia investigación, la doctora Ravelo detectó que “la violencia contra las mujeres se exacerba con el crimen organizado”, pues el comercio sexual aumenta, los cuerpos femeninos se cotizan en el mercado sexual y representan elevadas ganancias económicas y políticas para los traficantes de mujeres.
Encontró que son alarmantes las cifras de feminicidios presentados en el Plan Estratégico de Juárez en su informe de 2015, donde a partir de 2008 hay un ascenso en este crimen en la localidad con 111 casos; 125 en 2009, 401 en 2010, 220 en 2011, 108 en 2012, y 59 en 2013.
Añadió que es una tendencia que, a pesar de que ha disminuido “en lo absoluto significa un cambio radical en los motivos, los métodos y los patrones de los crímenes contra el sexo femenino. Estamos hablando de 1024 mujeres asesinadas de manera violenta desde 2008”.
Por último, la investigadora del CIESAS propuso acciones transformadoras para revertir la tendencia de estos feminicidios; por ejemplo, exhorta a que desde el ámbito educativo se fomenten prácticas que sirvan para cambiar los comportamientos de violencia, los estereotipos donde el ser heterosexual es lo correcto, y forjar una cultura de respeto en las relaciones de género”
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