Nunca se imaginó la vieja Europa que, no por vieja sino por engreída, acabaría teniendo tantos problemas. Pero hay tres fundamentales que hay que arreglar a la brevedad, si no queremos hundirnos en el más profundo de los avernos.

 

Por una parte está el dichoso Brexit, la mal salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, un enredo que ni ellos mismos saben cómo solucionar.

 

El Reino Unido es un Estado potente, mucho. No es sólo una isla, es la isla que ha demostrado durante siglos ser autosuficiente y comandar los designios de Europa. Claro que eso fue hace siglos. Hoy, Gran Bretaña depende tanto del resto como del resto de la isla.

 

Su salida repercutirá en un desembolso de más de cien mil millones de euros que alguien tendrá que asumir, pero que nadie quiere hacerlo. Además, la salida del Reino Unido de la Unión nos afecta a todos, aunque más a ellos.

 

Un segundo foco rojo se encuentra en el terrorismo del DAESH en Europa. Lo hace de una manera silenciosa, en el momento más inesperado, cuando la vigilancia, la seguridad mira hacia otro lado. Un loco, un lobo solitario, en cualquier ciudad europea, con sólo gritar un “Alá es grande” puede revolucionar a la inteligencia europea y amedrentar aún más a toda una población que ya se encuentra pusilánime ante un tipo de terror cruento y salvaje. Además, lo hacen de la manera más sencilla y sofisticada al mismo tiempo, como conducir un camión y atropellar a ciudadanos inocentes.

 

Hay una tercera  parte de la silla, y es la inmigración. Como ciudadano europeo siento vergüenza de los dirigentes europeos. Más de dos millones de desplazados sirios tocan a las puertas de Europa desde hace más de dos años y nadie les abre, excepto esa gran estadista que es Angela Merkel.

 

El resto aduce motivos de seguridad, de terrorismo, de que quiebran el estado del bienestar. ¿No les da vergüenza? ¿Quebrar el estado del bienestar cuando a esa pobre gente la estamos dejando morir en nuestras fronteras? No les da vergüenza hablar de terrorismo cuando el terrorismo islamista vive.

 

caem