VIENA. Apenas unos miles de votos han decidido que el nuevo Presidente de Austria sea el progresista Alexander Van der Bellen y no el ultranacionalista Norbert Hofer, tras unas elecciones que han sido observadas con esperanza por buena parte de la derecha populista europea.

 

Si Hofer ganó el recuento del voto en urna con un estrecho 514.9%, al incluirse el voto por correo el resultado giró a favor de Van der Bellen hasta ganar con un aún más apurado 50.3% de las papeletas.

 

Finalmente, tras un agónico recuento, sólo 31 mil 26 votos, en un país de 8.3 millones de habitantes, han establecido quién será el jefe del Estado los próximos seis años.

 

“Se ha hablado de las divisiones en este país, entre derecha e izquierda, entre la ciudad y el campo, entre los de arriba y los de abajo, entre jóvenes y viejos. Pero creo que se puede ver así: son dos mitades que forman Austria y una es igual de importante que la otra”, dijo Van der Bellen poco después de confirmarse su triunfo.

 

El veterano economista de 72 años, intelectual de izquierdas y antiguo líder de Los Verdes, es consciente de la fractura política que estas elecciones han demostrado y prometió ser un presidente de consenso y para todos los austríacos.

 

Pese a que el cargo de presidente es eminentemente representativo, estos comicios han sido extremadamente importantes, no sólo en Austria, sino también para Europa.

 

Por un lado, han certificado las horas bajas de los grandes partidos tradicionales, el Popular y el Socialdemócrata, que se han disputado, y compartido, el poder los últimos 70 años y que forman ahora una mal avenida gran coalición.

 

Pese a que las cifras de empleo y el bienestar social en Austria siguen destacando entre los países de Europa, entre muchos austríacos existe una sensación de parálisis y de falta de respuesta a los miedos de las clases más populares.

 

La creciente inestabilidad del mercado laboral, la reciente crisis de refugiados, que trajo a Austria a 90 mil solicitantes de asilo, y el temor a ser perdedores en la globalización han sido aprovechados, y alimentados, por el ultranacionalista Partido Liberal (FPÖ), al que pertenece Hofer.