WASHINGTON. Estados Unidos afirmó hoy que va a continuar con el plan del presidente Barack Obama de recibir a 10 mil refugiados sirios durante el año fiscal 2016.

 

“Todavía intentamos perseverar (…) y nada ha cambiado acerca de nuestra meta de admitir 10 mil” refugiados sirios, señaló John Kirby, portavoz del Departamento de Estado.

 

La cifras oficiales indican que desde en inicio del año fiscal 2016, a partir del primero de octubre, Estados Unidos ha admitido 186 refugiados de Siria.

 

Las voces en Estados Unidos siguen aumentando para no permitir la llegada de refugiados sirios.

 

Este jueves la Cámara de Representantes votará una iniciativa de ley que busca que las agencias federales certifiquen que los inmigrantes no representan una amenaza para la seguridad.

 

La mayoría de los aspirantes presidenciales republicanos se han pronunciado por negar la entrada a los refugiados en consonancia con al menos 31 gobernadores que han manifestado que no permitirán la ubicación de inmigrantes sirios en sus entidades.

 

Este miércoles, Ben Carson, envió una carta a los líderes del Senado Mitch McConnell y en la cámara baja, Paul Ryan, pidiéndoles que retiren los fondos al programa de refugiados administrado por el Departamento de Estado.

 

Kirby apuntó que el programa de refugiados ha sido beneficiado a través de los años por un fuerte apoyo bipartidista en el Congreso, “esperamos con vehemencia que el apoyo continué”, agregó.

 

El funcionario subrayó que la administración Obama no ha ordenado cambios en el proceso de verificación a los refugiados tras los ataques en París.

 

Precisó que el escrutinio para todos los inmigrantes es ya muy riguroso y hace meses se adicionaron procedimientos de investigación de antecedentes a los refugiados de Siria “porque reconocemos la amenaza potencial”.

 

Kirby calificó de “profundamente preocupante” la propuesta de un legislador republicano en Tennessee, de utilizar la Guardia Nacional para concentrar a todos los refugiados sirios en su estado.

 

Kirby citó una declaración del primer presidente de Estados Unidos, George Washington, en 1783 en la que afirma que el país ha abierto sus puertas no solo para recibir a extranjeros “opulentos y respetables sino a los oprimidos y perseguidos de todos los países y religiones”.