Pese a estar desde hace años ante los ojos de todos, nada fue tan obvio hasta recientemente, cuando durante las negociaciones presupuestales, se desató una batalla pública por el impuesto a los refrescos. La industria de las bebidas lanzó una intensa campaña para evitar que se votara un incremento de un peso por litro, que fue enfrentada en la trinchera por organizaciones no gubernamentales que habían sido financiadas por Filantropías Bloomberg, la fundación de Michael Bloomberg, el multimillonario ex alcalde de Nueva York.

 

La fundación de Bloomberg admite que ha donado 10 millones de dólares a grupos en general cuyas metas son elevar los impuestos a las bebidas azucaradas, y entre las organizaciones que fueron señaladas en la prensa como beneficiarias de sus apoyos estaban el Instituto Nacional de Salud Pública, el Poder del Consumidor y la empresa de cabildeo Polithink, que fueron muy proactivos para impulsar ese impuesto que, finalmente, fue aprobado en la Cámara de Diputados.

 

Financiar organizaciones no gubernamentales se ha convertido en un vehículo para influir políticas públicas. George Soros, el multimillonario estadunidense de origen húngaro, que aportó recursos a grupos en varios países para alentar los cambios democráticos, ha llevado a su fundación Open Society a promover la legalización de la mariguana en América Latina.

 

Soros financia la Comisión sobre Política de Drogas, cuyas cabezas son los ex presidentes latinoamericanos ErnestoZedillo, Fernando Henrique Cardoso de Brasil y César Gaviria de Colombia, quienes desde que propusieron hace un par de años la legalización de la mariguana como estrategia alternativa frente al problema del narcotráfico, detonaron una discusión continental sobre cómo lidiar con el fenómeno.

 

Pocos repararon en que los ex presidentes se movían con el dinero de Soros, pero el presidente de Uruguay, José Mújica, le pidió que le financiara la campaña para la legalización de la mariguana en su país. Soros patrocinó anuncios en la televisión uruguaya, y pagó 60% de la campaña, conducida por Regulación Responsable, una coalición de organizaciones, que finalmente logró su objetivo.

 

A través de su fundación, Soros invierte 3.4 millones de dólares en América Latina para la legalización de la mariguana. En Estados Unidos financia la Drug Policy Alliance (Alianza para la Política de Drogas), que estuvo detrás de la legalización de la mariguana en los estados de Colorado y Washington, y asesoró a Mújica.

 

Soros, como Bloomberg, han buscado modular políticas públicas desde hace varios años, mediante financiamiento a grupos locales, una tendencia que ha sido imitada en México. Mexicanos Primero es un ejemplo. Fundada hace ocho años y encabezada por ex directores de la Fundación Televisa, ha sido puntal en la lucha por una educación de calidad, que siempre pasó por la destitución de la dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo.

 

Mexicanos Primero Financió la película De Panzazo, donde exhibían a la ex líder y mostraban las deficiencias de la educación como consecuencia, era el alegato, del control sindical. Mexicanos Primero no se asume como autor intelectual del arresto de la maestra este año, pero sí de que varias de sus propuestas se incluyeron en la reforma educativa. Otro ejemplo es el Instituto Mexicano para la Competitividad, que abiertamente señala como uno de sus objetivos la generación de políticas públicas para fortalecer la competencia.

 

El IMCO produce informes sobre competitividad en los tres niveles de gobierno y está en permanente contacto con los legisladores. Más transparente que Mexicanos Primero, mantiene público su financiamiento del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios -entre sus consejeros hay varios capitanes de la industria, como Valentín Díez Morodo, Juan Beckman, Daniel Servitje Montull y José Luis Barraza-, la Fundación Hewlett, la Embajada del Reino Unido y la Agencia para el Desarrollo, que depende del Departamento de Estado.

 

¿Qué tanto cuesta financiar ese tipo de organización? Probablemente mucho menos que pagar campañas de diputados y senadores para obtener un apoyo efímero. Las dos organizaciones hacen las veces de los think tanks estadunidenses, que modulan políticas públicas, como la liberal Brookings Institution, o las conservadoras Hudson Institute y The Heritage Foundation.

 

Las experiencias internacionales han sido muy positivas para que con fondos relativamente bajos, se modifiquen políticas públicas a través de la influencia adquirida por las organizaciones que financian. No pueden considerarse intermediarios porque no son correas de transmisión, pero son parte interesada en una problemática donde defienden, inopinada o deliberadamente, los puntos de vista de quienes los financian, y tienen como ellos, agenda y objetivos similares.

 

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