Así nada más, mediante un mensaje en su cuenta de Twitter, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció tras verse en Davos con el presidente Enrique Peña Nieto, que el general de policía Óscar Naranjo, el súper asesor que llegó a la campaña presidencial del priista, regresaba a su país. Santos escribió en esa red social que se reincorporaría a su campaña para la reelección. Y se fue Naranjo, con sus palmarés colombianos, derrotado y con costos transferidos al gobierno federal al haber sido uno de los autores intelectuales de una estrategia para el combate a la delincuencia organizada que ha sido un rotundo fracaso. ¿Se fue así nada más? ¿Sin consecuencias? ¿Quedará todo en el anecdotario?

 

El general de policía Naranjo se incorporó a la campaña presidencial de Peña Nieto en calidad de asesor en temas de seguridad y narcotráfico. Fue reclutado por Carlos Iriarte, presidente municipal de Huixquilucan, que pertenece al grupo mexiquense de Los Golden Boys, cuyo miembro más prominente es el Presidente de la República. Un agente del FBI con quien Naranjo trabajó estrechamente, le ayudó a quitárselo a la campaña de Josefina Vázquez Mota, con quien había empezado a colaborar. Naranjo fue el autor de la propuesta de la entonces candidata presidencial de crear una Policía Nacional Militar y, para que no tuviera problemas de opinión pública, desde Los Pinos arreglaron una visita a México y una intensa agenda de medios.

 

Naranjo había sido ex jefe de la Policía Nacional colombiana y fue uno de los responsables de la caída del jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, pero tuvo problemas con Santos por sus aspiraciones presidenciales, por lo que pensó en salir de Colombia. Después de estar prácticamente amarrado como asesor de Vázquez Mota, fue sorpresivo su brinco al equipo de Peña Nieto como asesor en materia de seguridad. Ninguna campaña le iba a pagar sus servicios. Éstos fueron resueltos desde un principio por el Instituto Tecnológico Monterrey, donde el presidente del Consejo –y también del de FEMSA-, Antonio Fernández, le crearon el Instituto Latinoamericano de Ciudadanía.

 

La prensa mexicana y extranjera lo recibió con ovaciones, pero en las áreas de seguridad en México y Estados Unidos la impresión era muy distinta. Un alto funcionario de la Secretaría de Seguridad Territorial estadunidense se sorprendió que la campaña de Peña Nieto hubiera integrado a Naranjo, a quien consideraban de segunda división. El mensaje que de acuerdo con asesores de Peña Nieto en la campaña querían enviar a Washington de que el regreso del PRI al poder no sería modificar la estrategia de combate al narcotráfico -como pensaban-, ni tampoco un principio de negociación de criminales -como afirmaban en el gobierno de Felipe Calderón-, no se logró.

 

Naranjo tampoco contribuyó. No entendía nada del fenómeno en México, pero en su protagonismo, declaró a la prensa colombiana en vísperas de incorporarse a la campaña, que había presentado un plan de choque al candidato Peña Nieto para “reducir sustancialmente la violencia en México en 100 días”, mediante “la creación de escuadrones de ataque contra sicarios y vendedores de droga en las ciudades, quienes son los responsables de los enfrentamientos”. En este mismo espacio se registró en julio de 2012: “(Es) similar al Plan Colombia, pero… en México sería el equivalente a guardias blancas”.

 

La candidez con la que habló de “escuadrones de ataque”, eufemismo de paramilitares para enfrentar a los cárteles y el narcomenudeo, es el principio teórico de los autodefensas. Al plantearse en este mismo espacio en diciembre la posible autoría intelectual de Naranjo en el problema de orden y leyes que se vive en Michoacán por la tolerancia y apoyo a los grupos de autodefensa, se recordó un informe del diario digital The Hufftington Post divulgado poco después de su incorporación como asesor en la campaña de Peña Nieto:

 

“Los aliados del general (Naranjo) asesinaron a cientos de miembros del Cártel de Medellín, con lo cual aislaron y debilitaron a Escobar. ‘Es fácil ser crítico en retrospectiva (lo citó el Post), pero cuando dos o tres carros bomba explotan en Bogotá, Medellín o Cali y hay 120 muertos cada semana en esta guerra, la verdad es que el Estado y la sociedad dijeron, hagan lo que tengan que hacer para parar esto”. Naranjo nunca negó esas declaraciones que tanto eco tienen en Michoacán.

 

¿Qué tanto contribuyó Naranjo al desastre en la estrategia de la seguridad en México? En privado él siempre se defendió. Criticaba al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y al comisionado de Seguridad Pública, Manuel Mondragón, de quienes decía que no entendían del problema. Una de sus quejas recurrentes es que no le hacían caso. A la luz de tantos desatinos, fue lo mejor. Tanto daño hizo con su palabra y sus sugerencias al presidente Peña Nieto y a los mexicanos, que lo que habría que hacer con Naranjo es condenarlo, en el único campo posible, el de la denuncia pública por incompetente.

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