Un día sí y otro también Google está en el centro de la noticia. Por un lado, como blanco de las leyes y acciones antimonopolio por el derecho al olvido, y por otro, por su continua salida de productos innovadores.

 

Recordemos que ya a principios de año el Tribunal de Justicia de la Unión Europea falló a favor de un ciudadano español y la Agencia Española de Protección de Datos, y obligó a Google a crear un mecanismo que diera respuesta a las solicitudes de eliminación de información de su índice.

 

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Un fallo algo confuso ya que se han sucedido casos en los que las personas se acogen al derecho al olvido en situaciones tan dispares como que un artista quiera eliminar unas críticas a su obra o que unos delincuentes quieran aprovecharse de este nuevo derecho para eliminar las referencias a sus delitos.

 

Ahora, el diario Financial Times ha filtrado un borrador de la propuesta del Parlamento Europeo que propone una separación de Google en dos empresas: una que represente como tal sus actividades de búsqueda y en la otra, sus actividades comerciales. Aunque, el Parlamento Europeo no puede realmente hacerlo, parece que está presionando a la Comisión Europea sobre las acciones antimonopolio de Google desde hace bastante tiempo.

 

Esta propuesta ya lleva tiempo en la mesa de los legisladores europeos, donde los españoles se han mostrado más negociadores con el gigante tecnológico, y los alemanes más beligerantes. De hecho se pueden recoger ya estas posturas en diferentes medios de comunicación, que señalan que el Parlamento Europeo quiere destruir Google, o que el Parlamento Europeo quiere destruir Google porque es un grande de Estados Unidos.

 

Algunas de las críticas por sus prácticas monopolísticas surgen por la promoción de sus propios servicios sobre los de sus rivales en los resultados de las búsquedas. Desde medios estadunidenses se está hablando del gran interés de la campaña que se ha despertado contra Google por los editores de prensa, en particular los de Alemania. Así, el alemán Günther Oettinger, nuevo comisario de economía digital, ha señalado que quiere ponerse del lado de los editores en su objetivo de extraer dinero de Google por el uso de fragmentos de sus textos en sus resultados de búsqueda. Propone un impuesto para la visualización de material protegido por copyright, planteando la idea de obligar a sus resultados de búsqueda a ser neutrales.

 

Para poder llevar a cabo la separación de esta compañía en Europa se tendrían que cambiar las leyes actuales ya que todavía no se permite. Si se retrocede en el tiempo, hubo otros intentos con IBM y Microsoft en Estados Unidos pero no llegaron a tener efecto. En cambio, sí hubo una situación similar en 1982 con el caso de AT&T y sus Baby Bells, en el que siguió siendo un proveedor de servicio de larga distancia, pero su otra mitad, ahora independiente, proporcionaría servicio local, y ya no se suministrarían directamente con el equipo de la filial de AT&T, Western Electric.

 

Lo que parece evidente es que se plantea este tipo de medidas cuando hay un daño claro a los consumidores, y en este caso resulta un poco complicado demostrarlo. El dominio Google en la Unión Europea llega a más del 90%, pero cabe preguntarse si es razón suficiente por sí misma para hablar de un abuso de posición monopólica, penalizando a una empresa que es la preferida por la gran mayoría y tiene muy buenos productos. Separar a Google por la mitad no conduce de manera instantánea a más motores de búsqueda en el mercado, ya que de hecho ya los hay y no son bloqueados por Google.

 

En todo caso, lo que se debería penalizar es la existencia de determinadas estrategias que pretendan reducir la oferta de productos con tácticas que sí puedan ser consideradas como anticompetitivas. No se quiere decir que Google lo esté o no lo esté haciendo, sino que tomar una medida tan drástica de dividir la compañía por el mero hecho de dominar un mercado, no debería ser suficiente. Este tipo de medidas que se desea aplicar a Google puede ser tan perjudicial como la del derecho al olvido.