Llegando a fin de año siempre están las reflexiones respecto a lo vivido durante el año que se nos va. Y si de tecnología y de empresa hablamos no cabe duda que la pregunta es si hemos avanzado lo suficiente, no tan rápido como se desearía, pues en esto de la tecnología es muy difícil seguir el tren, pero por lo menos, no perderlo de vista.

 

Lo que sí queda claro es que con la irrupción de las redes sociales las empresas no sólo deben plantearse sus relaciones con los clientes como si fueran relaciones humanas, sino que se enfrentan con el reto de desarrollar procesos de información para identificar las conversaciones con diferentes públicos como son sus clientes, competidores y prescriptores.

 

Estos procesos normalmente los inician cuando surge una crisis de información, provocada por un cliente insatisfecho que expone en la red su malestar afectando gravemente su reputación. De todas maneras hay que valorar la gravedad de estas crisis porque suelen ser pasajeras. Además de escuchar las conversaciones hay que responder, es decir, desarrollar formas de elaborar mensajes positivos con un lenguaje claro, ameno y de tal manera que el interlocutor le acepte como representante del producto, y donde los directivos también se involucren en esta tarea siendo referentes e influenciadores.

 

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La cúpula directiva tiene que ver la utilidad de estas herramientas y se tienen que desarrollar procesos de innovación interna que les permitan gestionar la innovación y la información.

 

Además, los protocolos para llevarlo a cabo siempre van por detrás de la tecnología y tampoco ayuda la legislación que no registra las nuevas situaciones que continuamente van apareciendo. En algunos países se espera que haya un efecto para corregir con leyes los posibles perjuicios que esta nueva situación pueda causar.

 

En cambio, en otros se pretende prelegislar de tal manera que se pueda atisbar antes de la adopción de la tecnología los efectos que puedan traer para prevenirlos y evitarlos. Esta última situación en las sociedades más preventivas no es lo ideal, ya que impide el propio desarrollo tecnológico. Si una tecnología provoca un aprovechamiento en un área, se terminará implantando ya que lo intentos para frenarlo u obstaculízalo será algo pasajero.

 

El desarrollo de la tecnología implica la caída de grandes barreras que condicionan todo tipo de relaciones, desde las relaciones entre las personas hasta las de las personas con empresas y las de la sociedad con las organizaciones políticas. La movilidad ha supuesto durante este año la disrupción total. En aquellas economías con rentas muy bajas se han dado avances muy significativos en los procesos de adopción de estas tecnologías móviles y que pueden suponer una herramienta muy útil para su desarrollo.

 

También se han vivido episodios relacionados con la propiedad intelectual derivados de la redefinición del concepto. Ahora hay que aprovechar todos los nuevos canales donde se puede poner la oferta cultural al alcance del consumidor porque son los medios que él utiliza para obtener los productos en formatos muy variados. Si se sigue distribuyendo un producto de manera tradicional se están perdiendo de oportunidades de crecimiento. Hay que pensarlo de manera racional y darle la vuelta a la situación.

 

Una persona que descarga de manera ilegal un producto tampoco era un cliente real porque tampoco estaba dispuesto a pagar por el producto. Entonces si no se puede evitar, hay que verlo como un difusor y prescriptor de ese producto cultural y utilizarlo como una manera de promocionar más el producto. Por lo tanto, se trata de diseñar modelos para que sean los menos los que no pagan, y no desgastarse tanto en intentar evitarlo. Si es cierto que existen problemas globales transversales que se quieren solucionar en cada país, pero hay intereses encontrados que no pueden ser solucionados porque no existe un organismo regulador universal que pudiera solucionar los problemas que se originan en la red.