La economía mexicana sigue estancada. Esa fue la noticia que nos dio el INEGI el pasado viernes 23 cuando publicó que la economía apenas creció 0.28% en el primer trimestre del año, con respecto al trimestre anterior, ya con cifras ajustadas por estacionalidad.

 

El mal dato sobre el comportamiento de la economía al primer trimestre del año desinfló las expectativas de crecimiento anual que tenía la mayoría de los economistas del sector privado y confirmó lo que ya algunos analistas temían: que en los primeros tres meses del año la economía continuó con el mismo débil comportamiento con el que terminó en 2013, sin dar muestra alguna de recuperación.

 

El dato recordó lo que ya ocurrió el año pasado cuando la economía también mostró una fuerte debilidad en su tasa de crecimiento en los dos primeros trimestres del año. Y al igual que en 2013, ahora las explicaciones oficiales también se dirigieron hacia el exterior para buscar las causas del estancamiento.

 

El secretario Luis Videgaray ha explicado que la debilidad del primer trimestre se encuentra básicamente en el mal comportamiento que tuvo la economía estadunidense por razones atribuidas al clima. Factor que impactó negativamente en la dinámica de las exportaciones del país. Un asunto que será “transitorio” -escribió en un artículo periodístico que ayer publicó- como también serán “transitorios” -agregó en el mismo artículo- los efectos negativos que tuvieron los nuevos impuestos sobre el consumo de las familias y sobre la demanda interna.

 

Las explicaciones del secretario de Hacienda se dieron después de una serie de críticas que arreciaron desde el mismo viernes en que se dio a conocer el dato sobre el comportamiento de la economía, cuestionando la gestión económica y, sobre todo, la actitud del responsable de la hacienda pública del país frente al ya innegable estancamiento económico vivido.

 

Le doy mi punto de vista al respecto:

 

Primero.- No hay duda de que existe una muy elevada dependencia del ciclo manufacturero-exportador mexicano del ciclo industrial estadunidense, que explica una de las razones de la atonía económica mexicana. Sin embargo, ella por sí sola no explica el estancamiento vivido en los últimos 15 meses.

 

Segundo.- El discurso gubernamental, que encabeza Luis Videgaray, elude -y en todo caso minimiza- el problema de la caída en el consumo de las familias por el deterioro de los salarios reales y de la calidad de los nuevos empleos generados en los últimos dos o tres años. Esta situación en la demanda interna -que ya se vivía antes del incremento de impuestos en enero de este año- se vio agravada en el primer trimestre con los cambios tributarios implementados a raíz de la reforma fiscal.

 

Tercero.- El pretendido efecto positivo con el Mexican Moment sobre las inversiones fue nulo. En realidad los planes de inversión se detuvieron o pospusieron hasta no tener certidumbre sobre las negociaciones legislativas en materia de competencia económica, telecomunicaciones y energía. Particularmente la llamada reforma fiscal generó incertidumbre en algunos sectores empresariales y hasta desconfianza.

 

Cuarto.- La eficiencia en el ejercicio del gasto público y su eficacia como detonante para dinamizar la inversión se ha topado con tres problemas: La impericia de los operadores del gobierno federal, las extendidas burocracias locales en los gobiernos estatales y municipales, y la excesiva concentración de la toma de decisiones en el titular de Hacienda.

 

Quinto.- Si bien es altamente probable que la tasa de crecimiento económico repunte hacia el tercer y cuarto trimestres del año para alcanzar una tasa anual entre 2-5% y 3%, aún existen fuertes dudas sobre un crecimiento mucho más vigoroso en 2015, dado los rezagos en la demanda interna, los límites en el endeudamiento público y la eficacia de las nuevas leyes y reglamentos para efectivamente atraer inversiones frescas.