Más allá de los análisis costo-beneficio existe el voluntarismo político. No está del todo mal, sólo que hay que tener claro que no todo lo que se haga pasa las pruebas costo-beneficio. ¿Por qué lo digo? Por el tren Toluca-México, cuyas bases de licitación acaban de suscribirse en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

 

Hace unos 12 años, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno, decidió que había que hacer un segundo piso en el Periférico. Adiós costo-beneficio. Con la fuerza del voluntarismo, la obra salió avante de licitaciones fallidas y de un referéndum en el que los que no tenían auto votaban por la vialidad elevada.

 

El segundo piso gratuito fue la obra más importante del Gobierno del Distrito Federal durante la administración de López Obrador y se hizo con recursos públicos. En el discurso se enfocaba a los pobres, pero en la práctica esta obra benefició a los más ricos, pero lo más importante fue demostrar una cuestión fundamental: “… y mi palabra es la ley”.

 

Comienza la era de los trenes urbanos de pasajeros. Puedo suponer que esto es positivo para el país, que las tres obras anunciadas son necesarias, y en particular la que ya tiene fecha para iniciar obras: el Toluca-México es un tren del que se ha hablado en las últimas tres décadas. Sin embargo, no hay que olvidar que esta obra está ocurriendo por los mismos motivos que el segundo piso: por voluntarismo

 

El tren Toluca-México fue incluido, a los pocos días de iniciado el gobierno de Enrique Peña Nieto, en el Pacto por México. Ciertamente buscaron algo posible de concretar en seis años, pero no deja de ser una buena idea presentada en el momento adecuado. Los otros trenes, el de la Península de Yucatán y el Querétaro-México, son también buenas ideas realizables en un sexenio. Anunciar un tren bala Guadalajara-México también era una buena idea, pero habría tardado más en realizarse. Por los costos no se preocupen, a no ser que sean políticos.

 

Los grandes proyectos de infraestructura en transporte tienen ciertas reglas para obtener financiamiento federal. Grosso modo, éstos son apoyados por el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), que administra Banobras, y son revisados por la Unidad de Inversiones de la Secretaría de Hacienda. Desde que fue creado el Fonadin, en 2008, ha habido proyectos estancados y proyectos que pasan rápidamente.

 

Uno de los proyectos que fue aprobado de manera ágil fue el metrobús poblano, Ruta, sin duda el peor sistema de estas características en todo el país. Ruta se metió en la fila y es un proyecto incompleto. El tren Toluca-México, de recibir dinero del Fonadin, se habrá metido también en la fila.

 

Ese voluntarismo tiene una gran ventaja: deja al país la sensación de que las grandes obras pueden ocurrir, lo cual es positivo. Tiene también muchas desventajas: los proyectos cometen errores, son incompletos, se desaprovechan oportunidades de inversión privada. Claramente es el caso del tren a Toluca. Es un gran proyecto, pero de momento es sólo un tren, no incluye elementos de planeación urbana, de comercio, de producción nacional y no está enfocado a mejorar el transporte de Toluca sino sólo hacia el DF. Incentiva la vida suburbana, incluso.

 

El tren Toluca-México costará cuando menos 20 mil millones de pesos ¿son el mejor sitio para alojar una inversión tan cuantiosa? Esa cantidad podría mejorar la vida de más personas si sólo se enfocara a mejorar la movilidad interna de Toluca.

 

¿Cómo creo más empleos en México? ¿Importando tecnología canadiense, española o francesa para poder instrumentar este proyecto? ¿O con miles de obras de menor escala por el mismo monto de inversión que el tren? Las prisas impedirán hacer un proyecto más nacionalista en términos de inversión y beneficios sociales.

 

Claramente las decisiones voluntaristas no miden estos parámetros. Veo bien el tren, lo usaré con frecuencia pero también creo que es un proyecto incompleto y precipitado, que no se enmarca en una estrategia de largo plazo, sólo es congruente con el “Saving México” de la portada del Time.

 

Por último, mientras escribo este artículo se publica una nota en la que Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, dice que el tren a Toluca debe costar ocho pesos. ¿Por qué? Seguramente tiene un enfoque social su planteamiento, pero ignora que el autobús hoy cuesta 54 pesos, pero sobre todo olvida que con una tarifa baja incentivaríamos la construcción de ciudades dormitorio en torno a las estaciones, cuando justo lo que se requiere es una planeación adecuada. De nuevo, el voluntarismo, ese voluntarismo.