En esta semana, diversos eventos de ámbito nacional e internacional han intentado frenar la “depreciación” del peso mexicano, como lo fue el resultado del primer debate presidencial en EUA, que luego del triunfo de Hillary Clinton logró recuperar 2.0% casi de inmediato; después la decisión de miembros de la OPEP de alcanzar un “acuerdo” para congelar y reducir la producción diaria de crudo que, en teoría, deberá beneficiar a los países productores, pero el convenio se conocerá hasta el 30 de noviembre próximo, y ayer el Banxico decidió aumentar la tasa de referencia en 50 puntos base para tratar de reducir el Balance de Riesgo Inflacionario con la idea de “estabilizar al menos temporalmente” a la moneda nacional.

 

Sin embargo, los mercados ayer mismo empezaron a enfrentar un aumento en la aversión al riesgo por la condición de un riesgo de insolvencia del Deutsche Bank, es decir, una aversión al riesgo importada desde Europa, pero que por la globalización está presente en nuestros mercados. Esto limitó la recuperación de nuestra divisa hacia el cierre del remate, en la que se ubicó en 19.48 a la venta el interbancario y 19.80 al menudeo.

 

Seguramente veremos opiniones “encontradas” por la decisión del Banxico, ya que el aumento impacta de inmediato a todos los mexicanos quienes manejan tarjetas de crédito o tienen algún préstamo bancario, impacta a la propia deuda federal, cuyo costo aumentará varios miles de millones de pesos sólo en intereses y, por lo tanto, le afectará a la economía nacional, en la que habrá “menos liquidez” en un entorno con un fuerte recorte en el gasto público y en inversiones, y que al final impactará en el crecimiento económico.

 

En lo personal, considero que este escenario es “rudo”, pero quizá preferible que ver un tipo de cambio por “salida de flujos”, que sin el uso de política monetaria pudiera estar en niveles de 22.0 ó 23.0, probablemente, y se estuviera perdiendo la “estabilidad macroeconómica”. No habría duda de que las calificadoras ya hubieran procedido a bajar la calificación de México, con inflaciones “personales” aún muy superiores de las que hoy ya tenemos.

 

A veces la medicina es difícil, pero recordemos que ésta es una carrera de “tiempo” y de “mucho tiempo”, y con ello necesitamos que las finanzas públicas vuelvan a estabilizarse con puntos de inflexión en la Deuda/PIB, en primera instancia, y luego a reducir la propia deuda pública.

 

Faltan muchos eventos como las elecciones en EUA y la normalización de tasas de interés estadunidenses (es de tiempo), el riesgo del sector bancario en Europa, el bajo crecimiento mundial en donde noticias de China, Japón, India, Brasil y Europa pueden perjudicar a esa gran liquidez que hoy reina gracias a las políticas flexibles y laxas de sus Bancos Centrales. También las finanzas públicas internas requieren tiempo y disciplina para lograr cambios en su tendencia.

 

Así, consideramos que el peso podrá estar en un entorno volátil, pero seguramente más “defensivo” y con recuperaciones rápidas cuando se presenten instantes de estabilidad. Técnicamente, vemos posible que en momentos favorables, el peso pueda ubicarse entre 19.30-18.90 en la parte baja, teniendo en contraparte una zona superior entre 19.92 como su máximo histórico y, en caso extremo, movimientos efímeros hasta 20.10-20.70.