Después de por lo menos nueve años de mantenerse sin rostro, sin nombre y en las sombras, las células anarquistas explicaron, por primera vez, y con todo detalle sus razones, motivos y métodos, que seguirán utilizando, porque dicen ha comenzado “el invierno subversivo”.

 

Por ahora su carta de presentación son dos “mensajes”, que fueron registrados en la página de internet denominada “Contra info”, que utilizan grupos anarquistas y subversivos a escala internacional, incluso se puede leer en 13 idiomas y surgió tras las movilizaciones que se dieron en Grecia en 2010.

 

Se hacen llamar “Coordinadora de las Sombras” y son tajantes: “nos toca hablar”. Adjudica a sus células de “encapuchados” la autoría de hechos violentos y advierte que se trata del inicio de una estrategia encaminada a generar un “invierno subversivo”.

 

Su referencia histórica data de 2004, cuando la “Coordinadora de las Sombras asegura que hizo su aparición, justo en la Cumbre de Guadalajara, en donde se registraron acciones violentas por parte de algunos manifestantes:

 

“En el primer mensaje dejamos claro que no tenemos rostros, no tenemos voceros, aunque sí palabra. Algunos lo saben, no aparecimos ayer, no somos un producto de moda, creado desde la nada. A esos activistas incautos que hoy nos acusan de no ser parte de la lucha les preguntamos:

 

“¿Quiénes fueron frente de combate contra la Policía Federal durante la rebelión Oaxaqueña? ¿Quiénes dieron guerra durante la Cumbre de 2004 en Guadalajara? ¿Quiénes resistieron al lado de las bases dignas de la CNTE el 13 de Septiembre? Antes de hablar de que nosotros somos infiltrados, sepan que hemos combatido con los pueblos, que sabemos lo que es la resistencia, y por ello mismo no nos sentimos una vanguardia, o el frente único e iluminado del movimiento social, sabemos lo que ha sufrido la gente y conocemos los errores de las luchas recientes”.

 

En el segundo de sus “mensajes” se atribuyen también los actos violentos del 1 de diciembre y del 2 de octubre pasado, de ello alardean: “el poder nos teme, tiene motivos, rompimos una vez más su tan preciada paz social, y tratan de aplastarnos reduciéndonos a: ‘halcones’, grupos de choque, vándalos irracionales. Nos tardamos, pero con la rabia y la dignidad intacta, nosotros, como encapuchados y subversivos que con firmeza combatimos el 2 de octubre, aventamos nuestras palabras”.

 

Su organización la describen como horizontal, compuesta por múltiples células y no por una estructura fija que pueda ser desarticulada con la captura de un líder en específico, y sostienen que su fuerza irá en ascenso con grupos que incrementarán su nivel de “agresividad”.

 

Se reconocen como anarquistas, pero también como “vándalos, infiltrados y provocadores”, y aseguran que no les interesa criticar las reformas energética, hacendaria o educativa, ni aliarse con grupos como la CNTE, Morena o #YoSoy132, pues sostienen que su “guerra” es contra todo el Estado-gobierno. Incluso, dicen que no les interesa el diálogo ni la interlocución con el gobierno ni organizaciones de otro tipo.

 

Continuarán “infiltrando” de forma selectiva las movilizaciones sociales, pues dicen “son los espacios donde podemos desenvolver nuestra practica subversiva y sumar simpatizantes” que quieran asumir lo que califican como una “postura revolucionaria”.

 

Los ataques contra los bancos y negocios son una expresión, aseguran, para reivindicar “la vida” sobre la propiedad mercantil y justifican que la agresión directa en contra de los policías es porque ellos son “los guardianes o defensores de la sociedad mercantil”.

 

Los “encapuchados” como también se denominan, advierten que los ataques subversivos no sólo seguirán ocurriendo a gran escala, sino también en pequeñas células o incluso de forma individual, a través de robos, que ellos califican como “recuperación” o “expoliciones” de bienes que pertenecen a “los marginados”.

 

Cambiarán de táctica, aunque la “Coordinadora de las Sombras” les pide a sus seguidores prudencia con el uso de redes sociales, mantener e incrementar las medidas de seguridad en sus ataques, usando siempre el rostro cubierto, ropa que no sea fácil de identificar, o incluso varias prendas de las que puedan desprenderse durante las movilizaciones.

 

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