BANGUI. El papa Francisco hizo un llamamiento a la reconciliación entre cristianos y musulmanes en la República Centroafricana para intentar poner fin al conflicto que mantienen desde hace dos años, que ha dejado miles de muertos y ha obligado a cerca de un millón de personas a abandonar sus hogares.

 

En la última parada de su viaje por África y la más importante por la escalada de violencia interreligiosa que atraviesa el país, el pontífice incidió en la urgencia de poner fin a un enfrentamiento por el que la propia presidenta de la nación, Catherine Samba-Panza, llegó a pedir perdón públicamente.

 

“Perdón por este descenso a los infiernos”, dijo la líder del gobierno de transición en nombre de la clase dirigente y de todos los responsables del conflicto durante su recepción al papa.

 

“Confieso todo el mal que se ha hecho aquí en el curso de la historia y pido perdón desde el fondo de mi corazón”, reiteró, animando a los ciudadanos a reconocer también sus faltas para obtener una bendición que “se transformará en un nuevo pavimento para la reconstrucción del país”.

 

República Centroafricana celebrará un referendo constitucional el próximo 13 de diciembre, y dos semanas después tendrán lugar las elecciones presidenciales, dos eventos que culminarán la transición y deberían permitir el comienzo de la reconstrucción del país.

 

En respuesta a su petición, el papa pidió a los centroafricanos que se inspiren en el lema del país, “unidad, dignidad y trabajo”, para superar el conflicto, porque estas tres palabras expresan la aspiración de todos y sirven de “brújula segura” para las autoridades.

 

En una intensa jornada, Jorge Bergoglio buscó en todos su actos y palabras fomentar la paz entre cristianos y musulmanes. El gesto más emotivo fue su visita al campo de refugiados Jean XXII, donde miles de personas celebraron su llegada como un presagio de “paz y reconciliación”.

 

Y la acción más simbólica fue la apertura de las puertas de la Catedral de Bangui para declarar el inicio anticipado del Jubileo de la Misericordia, un Año Santo Extraordinario que comenzará oficialmente el próximo día 8 con una ceremonia en el Vaticano.

 

En la misa que sucedió a este adelanto del Año Santo, el papa hizo extensivo al resto del mundo su deseo de paz.

 

El pontífice también encontró un momento para el reproche por la división de los cristianos, que calificó de “escándalo” ante “el odio y la violencia que desgarra este mundo”.

 

En su visita a Bangui, que fue desaconsejada por los soldados franceses desplegados en la zona, Francisco se trasladó gran parte del día en un papamóvil abierto y solo encontró muestras de afecto de una mayoría ciudadana que ruega por la recuperar la normalidad.