El Atlético de Madrid completó su acceso a los cuartos de final de la Champions con un 0-0 con el Bayer Leverkusen, con tres paradas seguidas y asombrosas para el recuerdo del esloveno Jan Oblak y con un partido a medio gas del equipo rojiblanco, entre los ocho mejores de Europa por cuarto año seguido.

 

 

El mexicano Chicharito Hernández tuvo un par de aproximaciones de mucho peligro, pero la zaga rojiblanca estuvo muy atenta e impidió que rematara franco a la puerta de Oblak.

 
El Atlético nunca sufrió por la clasificación, después del 2-4 del encuentro de ida en Alemania, pero tampoco se sintió ni cómodo ni ganador del choque de vuelta, equilibrado, con oportunidades en ambas porterías y sin riesgos reales para su billete a la siguiente ronda, en la que ya espera rival en el sorteo del próximo viernes.

 

 

Cumplió el trámite. Desde el principio no paró de gesticular, de moverse, inquieto, el argentino Diego Simeone toda la primera xmedia hora ante un choque impreciso, sin control, ni del Atlético ni de su rival, un partido tan agitado por momentos, como el propio técnico, y un duelo de esos que no les gustan a los entrenadores, menos aun cuando la ventaja es tan buena de la ida.

 

 

Porque el encuentro de vuelta partió de un 2-4 en Alemania. Un condicionante indudable para el envite final en el Vicente Calderón, por el efecto que supone, a veces inconsciente, en los equipos. Para el local, porque manda, es el favorito y le vale con lo que tiene; para el visitante, porque no tiene nada o muy poco que perder.

 

 

En el complemento, el conjunto teutón generó muchas oportunidades, pero los equipos de Simeone siempre se han caracterizado por ser muy sólidos a la defensiva, y ayer no fue la excepción, por lo que la clasificación jamás estuvo en riesgo para el Atlético de Madrid.