Indefensos, así siente Marisol Cervantes Pulido que se encuentran los policías capitalinos ante las actitudes de los automovilistas que son sancionados por violar algún lineamiento de tránsito.

 

 

Desde su primer día como policía, Isabel ha recibido múltiples mentadas de madre; ahora, después de que un albanés la arrollara para no pagar una infracción, lo único que pide es que su caso genere conciencia para cambiar la imagen de los policías de tránsito y que la gente sepa que todo se resuelve cumpliendo las leyes.
Marisol decidió ser policía por una jugada del destino: su esposo falleció mientras se desempeñaba en la Policía Bancaria Industrial (PIB); ella lo recuerda como un agente de los de hueso colorado, de los buenos. En los días posteriores a su muerte, el uniforme le provocaba coraje, mismo que se fue diluyendo cuando ella decidió que seguiría lo que su pareja dejó inconcluso; ahora ya lleva 14 años en ese andar.

 

 

¿Cómo es tu día a día?

 

 

Me levanto todos los días a las 3:30 de la mañana para salir a las 4:30 y a las 5:30 estar en formación, armándome para iniciar labores. Si bien me va termino a las 22:00 horas y hay ocasiones en que a las 2:00 de la mañana.  Antes estaba en la Policía Bancaria Industrial; en parquímetros llevo dos años y siete meses, aproximadamente.

 

 

¿Cómo fue el cambio de la PIB a tránsito?

 

 

Sí es bastante. Yo trato de ser amable con todos, tanto en intramuros como afuera con las infracciones; pero adentro la vida es totalmente diferente para un policía, porque no hay tanto grito, tanta majadería, no se ve tanto como en la calle. En la calle somos el policía malo, él que te hace llegar la infracción, nos catalogan como un ratero; creen que nos quedamos con el dinero, pero nosotros sólo estamos haciendo cumplir el reglamento.

 
¿Así fue desde tu primer día?

 

 

Mi primer día como agente de tránsito… jamás recibí tantas mentadas de mamá, tantos recordatorios, pero es como dice por ahí un jefe: las mentadas son como campanadas de la iglesia, quien quiere va y quien no quiere no. Entonces eso sí lo llevo muy en mente, en un principio sí me daba coraje, porque decía, ‘bueno, por qué si yo no soy grosera con ellos me la mientan’; nos dicen “rateros”.
No somos malos, puede haber  malos, pero habemos buenos y tenemos sentimientos, tenemos familia.
La ciudadanía debe pensar en que queremos llegar con vida a nuestras casas. Llegamos muy cansados, en mi caso llego muy agotada, con las plantas de los pies que hasta palpitan después de tantas horas de estar de pie; y aun así debo tener la mejor actitud en la calle, porque, por ejemplo, también somos guías, tratamos de saber dónde están los baños y los tacos más ricos.

 
¿Cómo fue el día del altercado?
La Cuauhtémoc es la zona más difícil porque es la más saturada de manifestantes: la zona rosa, la Juárez y la Cuauhtémoc, donde las personas todavía no tienen la educación y el respeto hacia los policías y el parquímetro, aunque las reglas no son de ayer ni de antier, sino desde hace varios años y aún se siguen cometiendo infracciones.
Ese día fue normal, comenzó con los honores a la bandera. Nunca me imaginé que mi vida cambiaría en ese momento, que se fuera a dar esa situación, pero desafortunadamente pasó. Esa persona estaba un poquito desquiciada, incontrolable..
Lamentablemente hay veces que la ciudadanía no entiende y se sale de las manos.

 
¿Cuál fue la primera reacción del infractor?

 

 

Su ticket ya estaba vencido. La persona que me acompaña de parquímetros se acerca y me comenta que ya está vencido el ticket. Estaban colocando el inmovilizador cuando esta persona llega y se lo quita, empieza a agredir verbamente tanto al chico como a mí.
Lo trato de tranquilizar y le explico que por el reglamento ya no hay más que hacer sólo la infracción. Él se ofusca , nos empieza a aventar las cosas que traemos, como el radio, la cámara, traté de tranquilizarlo, pero el señor fue muy agresivo.

 
¿Cuáles fueron los daños?

 

 

Contusiones, hay dolor, pero con el paso de los días espero volver a la normalidad. Mi pie se hizo para un lado, se inflamó.
Para mí ha sido un milagro, porque yo he visto que en ese tipo de camionetas, cuando avientan el candado, no se quedan presionadas en las llantas. Si eso hubiese pasado, con la velocidad que esta persona arrancó el vehículo, quizá no estaría con ustedes.
Sí me da sentimiento todo lo que está pasando, porque finalmente estoy afectando a esta persona; pero mi intención sólo fue hacer cumplir el reglamento y él no lo entendió, no se puso a pensar que yo también tengo familia, que yo soy madre de familia.
Yo lo único que pido es que al policía se le respete, porque aquí te pueden gritar hasta donde se cansen y tú no puedes hacer mucho.

 
¿Cuál es tu sentir hacia él?

 

 

Ahorita no vivo tranquila, tengo familia y temo por ella, temo por mí en volver a la calle; pensar en cualquier situación que me pueda pasar. No sé los sentimientos de la familia de él, quizá sean de coraje; pero lo que sí quiero que sepan es que yo no lo suscité, que yo no tengo la culpa.
Yo creo que debemos asumir la responsabilidad de nuestros actos, y en ese caso él lo debe hacer. Me trato de poner en su lugar.
El estarlo recordando y recordando y decir cómo sucedieron las cosas me llevó a esto. Llegué a mi casa golpeada, adolorida; pero llegué, gracias a Dios, pues muchos compañeros no llegan a sus casas y no es justo, porque nosotros sólo salimos a la calle a ganarnos honradamente nuestro sueldo.
El ser policía tiene muchos riesgos, todos los trabajos los tienen, pero nosotros aún más y eso espero que la gente lo entienda; queremos vivir para sacar adelante a nuestros seres queridos. Hay policías malos, pero siempre habrá alguien que requiera de nuestra ayuda y ahí vamos a estar.

 
¿Pensarías en recurrir a otras instancias para buscar apoyo?

 

 

A mí me encantaría, porque hoy en día hay muchas situaciones en las que llegan otras personas a amenazarte de que se van a quejar, pese a que nosotros hacemos nuestra labor correctamente. Te dicen “te vas a acordar de mí y te va a costar”.
Sí lo llegan a hacer y no es justo, a muchos compañeros los han cambiado o afectado. No se vale, porque estamos haciendo nuestro trabajo.
No me ha pasado a mí, pero sí a muchos de nuestros compañeros, entonces con qué libertad podremos hacer nuestro trabajo, si al rato me van a acusar de algo que no hice. Muchas personas nos dicen y saben que Derechos Humanos les harán más caso a ellos.
Aquí, desafortunadamente, piensan que pueden pisotear al policía y humillarlo; al fin y al cabo al policía quién lo defiende, y la delincuencia lo sabe.
El hecho de que nosotros portemos un uniforme no nos hace a todos prepotentes, no es así, la prepotencia no se mide por lo que traes puesto.
¿Piensas regresar completamente a tus funciones?

 

 

Si hay el apoyo a lo mejor y sí, porque ahorita de alguna manera voy a quedar lastimada y estar parada 14 horas será un poquito difícil para mí; si hubiese la oportunidad, pues sí. En 14 días me vuelve a valorar un ortopedista y ya ellos decidirán si ya puedo.

 
¿Sigue en pie tu intención de hacer cambiar la opinión de la ciudadanía?

 

 

Eso siempre lo he querido, que nos respeten. No sé en qué vaya a parar esto, pero espero que a haga justicia únicamente.
Frase
“Nosotros lo único que estamos haciendo es que se cumpla el reglamento, que se hagan las cosas correctamente, que no se realicen cosas indebidas. Y no sólo nos ocupamos a infraccionar, sino de ordenar la vialidad”