Aunque los terrenos del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) —que quedarán libres cuando se abra la nueva terminal en Texcoco— son propiedad del gobierno federal, la administración de Miguel Ángel Mancera buscará tener participación en la transformación de las 710 hectáreas y para ello diseñará una propuesta que estará lista en febrero del próximo año.

 

El secretario de Desarrollo Económico del gobierno capitalino, Salomón Chertorivski, detalló que la ruta para elaborar la propuesta incluirá la realización de un foro internacional el 22 y 23 de septiembre en el Museo Rufino Tamayo, en el que se analizará la experiencia de otros países que han intervenido los predios de viejos aeropuertos.

 

Los terrenos del actual AICM Benito Juárez -ubicados al oriente del DF- tienen una superficie de 710 hectáreas y están a cinco kilómetros del Zócalo de la Ciudad de México, lo cual lo hace una zona estratégica debido a su cercanía con el Centro de la capital.

 

“(El Jefe de Gobierno) nos ha instruido a que generemos lo que él ha llamado la opinión de la ciudad, es decir, qué tendría que suceder con esas 710 hectáreas, y nos ha pedido que lo hagamos sin prejuicios, todo puede hacerse, (el espacio) es más grande que el Bosque de Chapultepec o Ciudad Universitaria”, explicó Chertorivski Woldenberg.

 

Y enfatizó: “muy pocas veces una ciudad tan densa como la nuestra tiene la oportunidad de replantearse el 1% de su suelo urbano, por eso que se tenga qué hacer con todo tiempo, con toda seriedad, de cara a la ciudadanía, esto no puede ser un proyecto de escritorio, de unos funcionarios públicos, es un proyecto que va a trascender administraciones, órdenes de gobierno”.

 

La ruta para la elaboración de la propuesta se complementará con consultas ciudadanas y a expertos en urbanismo, así como con la vinculación de pequeños negocios con el proyecto, lo cual se hará en octubre próximo en el marco de la Expo Micro, Pequeñas y Medianas Empresas.

 

Experiencia internacional

 

En el foro internacional se analizarán tres casos en particular: el del aeropuerto de Tempelhof, en Berlín, Alemania; el de Mariscal Sucre, en Quito, Ecuador, y el de Robert Mueller, en Austin, Texas.

 

El gobierno alemán quiso convertir el inmueble berlinés, de 380 hectáreas, en un complejo habitacional de casi cinco mil viviendas, una biblioteca y oficinas, sin embargo, en referendo, los ciudadanos rechazaron la propuesta y optaron por la creación de un parque.

 

En Quito, la superficie de 132 hectáreas de lo que alguna vez fue un aeropuerto se transformó en una extensa área verde con un acuario, humedales, zonas agrícolas, canchas deportivas, unidades educativas y centros de convenciones.

 

En las 288 hectáreas del aeropuerto municipal Rober Mueller, en Austin, Texas, el gobierno optó por la creación de un desarrollo inmobiliario para 13 mil personas, zonas comerciales, oficinas y algunos parques públicos.