Considerado uno de los intérpretes de música clásica más virtuosos e importantes en el mundo, David Garrett (1980) expresó no estar de acuerdo con la construcción de obstáculos que dividen naciones: “No creo en muros, para muros sólo los de mi casa”.

 

 

El violinista de origen alemán, quien se encuentra en México para ofrecer cinco conciertos en el Palacio de Bellas Artes, refirió que ha viajado durante más de 30 años por el mundo y en ese lapso ha conocido mucha gente de varias nacionalidades, “y la música une a la gente y no creo en ningún tipo de muros”, expresó durante una conferencia de prensa.

 

 
Siempre amable, atento y alegre, el matriculado a los siete años en el Conservatorio de Lübeck respondió a aquellos que consideraron que su presentación en Bellas Artes no era la idónea por considerarlo un rockstar y no un músico clásico.

 

 
“He tocado en las mejores salas del mundo, soy un músico clásico, y al que no le guste el hecho de que me presentaré ahí (Bellas Artes), pues que no vaya”, dijo.

 

 
Admirador de compositores como Brahms, Tchaikovsky y Bach, confesó que no admite etiquetas musicales y que sólo toca lo que más le gusta, sea el compositor o la música que sea.

 

 
“Me gusta la diversidad de música, no me importa de qué tipo sea, mientras me guste puedo tocar desde jazz, rock, clásico, pero mientras sea buena, eso es lo que me gusta”, abundó.

 

 
El músico, quien además se encuentra en la mira de los medios internacionales tras su participación en la cinta alemana El violinista del diablo, en la que interpretó a Niccolo Paganini, expuso que la música, al final, son emociones.

 

 
En un formato totalmente clásico, David Garrett ofrecerá cinco conciertos en el Palacio de Bellas Artes, los cuales iniciaron anoche y continuarán los días 8, 10, 11 y 13 de febrero, acompañado por el pianista Julien Quentin, interpretando un repertorio conformado por obras de autores como Antonin Dvorak, Serguéi Prokófiev, Piotr Ilich Tchaikovski, Nikolái Rimski-Kórsakov, Cesar Franck, Henryk Wieniawski, Pablo de Sarasate y Fritz Kreisler.