Eres el Presidente. Es tu último día en Palacio Nacional: no pudiste reelegirte y cedes la silla a la corcholata de tu elección. Estás en tu fiesta de despedida. ¿Cómo te gustaría que fuera? Este columnista se la imagina así:

Las tlayudas circulan sin descanso, rebosantes de tasajo. A la derecha, el licenciado Bartlett platica con Rafa Caro sobre la suerte de haber librado la extradición. Pío está solo, al fondo, entre óleos decimonónicos y muebles dorados. ¿Qué será eso que se guarda en la chamarra? Beatriz, con nostalgia anticipada, reparte ejemplares de su poesía completa, publicada por el FCE. Afuera, en el patio, las llamas de la victoria: qué buena idea la de hacer una quema simbólica de cubrebocas. Rocío baila con López-Gatell, que tiene la piel singularmente brillosa y el pelo inusualmente dispuesto en gajos: demasiado gel. ¿O será de los que todavía usan limón, como hacían en la primaria en Tepetitán, cuando se presentaban respetos a la bandera? Euge León se toma un agua de jamaica con Maduro, luego de cantar “El necio” con la orquesta del 17 de Infantería. Qué detallazo de Nico, el de venir. Es la prueba de que sí, eres el gran referente de la izquierda latinoamericana. Lástima, Fidel. Tu tiempo ya pasó.

Te sirves cuatro tamales, pero rechazas el chocolatito caliente. Aunque amas a tus hijos, tienes que reconocer que el Rocío sabe a madres. Cuauhtémoc exhibe un notable sobrepeso. Tienes que hablar con él, paternalmente, sobre la importancia de un cuerpo atlético, eso que solo se logra con deportes de alto rendimiento, como el fildeo y macaneo, y una alimentación equilibrada. Caes en cuenta de que Cuitláhuac está desaparecido. “Ramírez, ¿ha visto a Cuit?”. “No en las últimas dos horas, señor. Dijo que iba a supervisar los baños”. Es entonces que te cae encima, con todo el paradójico peso de una ausencia, que Trump no haya aceptado la invitación. “¿Será cierto que uno no puede salir del país cuando está bajo proceso? Como sea, se le extraña”.

Te saca de la espiral introspectiva un ruido tremendo, una explosión llena de crujidos. “Carajo, se volvió a caer Epigmenio”. “Ramírez, llame a Alcocer. A esa edad, una fisura de coxis es fatal”. “No es necesario, señor. Es que se desplomó la maqueta del Templo Mayor”. Duele como una puñalada: con lo bien que se iba a ver en La Chingada…

En ese momento, se escucha en el micrófono el anuncio que te dice que, ahora sí, esto se acabó: “Con ustedes, la presidenta electa de los Estados Unidos Mexicanos, Layda Sansores”.

 

  @juliopatan09