Road Trip: El triángulo del café.

 

Ruta: desde Cali hasta Pereira, Colombia.

 

Duración: cuatro noches.

 

Coche sugerido: Jeep Wrangler, el equivalente al Jeep Willy regional.

 

Objetivo:

 

Entrar al Triangulo del Café colombiano es perderse en una postal sublime, donde la amabilidad de la gente, las tradiciones y el olor a café, se funden con paisajes indescriptibles. Cuentan los locales que “para poder preparar una buena taza de café hay que saber vivir” y definitivamente ellos son los amos del buen vivir, siempre anfitriones, con una sonrisa y con el corazón puesto en cada taza.

 

Anclada a tres ciudades (Pereira, Manizales y Armenia) y salpicada de encantadores pueblos típicos como Filandia, Montenegro o Salento, y de cientos de fincas cafeteras que hoy abren sus puertas como hoteles de lujo para los turistas más exigentes, esta región mantiene un sabor único que deja huella en sus visitantes.

 

 

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Punto de partida: Cali, la capital mundial de la salsa.

 

La mejor forma de empezar esta ruta es aterrizando en la capital mundial de la Salsa, Cali, una ciudad llena de ritmo, sabores mestizos, callejones y un Cristo Rey que vigila – desde lo alto – la entrada a las montañas.

 

Vale la pena visitar alguna de las escuelas de Salsa para aprender unos pasos, caminar entre las esculturas de gatos de la Avenida 4N o por el parque Loma de la Cruz; conocer el Museo de la Caña de Azúcar y el de la Tertulia, el de la Merced y el de Cine llamado Caliwood, recorrer el Parque de las Garzas y las Iglesia de San Antonio y San Francisco. Para disfrutar el sabor regional no dejes de comer en el Ringlete y en Cócora Fusión.

 

Primera parada: Manizales y las haciendas de café.

 

 

A Cali y Manizales las separa un trayecto de tres horas y media; al entrar al Paisaje Cultural Cafetero queda claro porque los colombianos dicen que en su país es donde nació el Realismo Mágico, magia creada no sólo entre las páginas de García Márquez, sino en cada espectacular e inexplicable paisaje de este gran país.

 

Aquí todo recorrido se realiza a bordo de un Jeep Willys. Se ven por las calles y caminos de terracería pintando de colores los de por sí ya imponentes sembradíos de café que se extienden por la cordillera de los andes como una alfombra verde que se deja acariciar por las nubes.

 

En las afueras de las principales ciudades y enclavadas entre plantíos de café, se encuentran algunas haciendas donde todavía se cultiva y se procesa este grano. Muchas de estas fincas cafeteras son hoy cómodos hoteles Boutique con encanto y arquitectura única, con un trato cálido y personalizado, una gastronomía casera exquisita, pero sobre todo, con un ambiente de calma absoluta y un paisaje inmejorable.

 

En cada una de estas haciendas se puede disfrutar a profundidad del proceso del café, desde el sembrado, cultivo, cosecha, procesos de tostión y clasificación, hasta catas y degustaciones de la popular bebida. Algunas de las más recomendables son: Hacienda Combia, Venecia, Bosques del Samán, Hacienda San José, Casa de Campo El Delirio, por mencionar tan sólo algunas.

 

 

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Segunda parada: Montenegro y Salento, pueblos coloridos entre la neblina.

 

 

Entre Armenia y Pereira, se encuentran regados pueblos que parecen sacados de una fantasía, cada uno con un encanto colonial y con la particularidad de estar ubicados en medio de regiones húmedas, llenas de vegetación e inundadas de neblina.

 

Montenegro es un tranquilo pueblo de casas que compiten en colorido con los tradicionales jeeps y Salento, el pueblo más turístico de la zona, está repleto de cafeterías y tiendas de souvenirs donde comprar hamacas, lámparas, suéteres, dulces de café y los tradicionales camiones miniatura que cargan sacos de café.

 

Muy cerca del pueblo de Filandia existe un mirador que permite espiar, a cientos de metros de altura y con binoculares, lo que ocurre en las tranquilas calles empedradas, los techos de teja y las casas color pastel del poblado cafetero.

 

Sin duda una cata de cafés puede ser la mejor forma de cerrar la travesía por estos pueblos, un buen barista te enseñará a clasificar los granos, a preparar el mejor café, a maridarlo e incluso te sorprenderá con el talento artístico que ponen en cada figura dibujada en el borde de la taza con espuma de café: flores, corazones y hasta personajes de caricatura, es simplemente impresionante.

 

 

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La última y nos vamos: Pereira y el Valle del Cócora.

 

 

Entre tanta vegetación sobran las actividades en la naturaleza, caminatas, cabalgatas o aventura en tirolesas. Destacan el Jardín Botánico de Pereira y el Valle del Cocora, donde tomar una foto típica de un arriero colombiano con un burro carguero, para después perderse en una cabalgata entre inmensos paisajes verdes con palmas, ríos y humedad.