Dos partidos condenados a recabar buenas taquillas y escasas conclusiones (rivales Nueva Zelanda y Panamá), por lo menos servirán para devolver a la selección mexicana a tres jugadores que deben ser permanentes: los hermanos Dos Santos y Marco Fabián.

 

Por vueltas que le demos, llegaremos a la misma conclusión: tienen que estar tanto por su nivel actual (ahora hablaremos de cada uno por separado), como por una realidad difícil de rebatir: que no tenemos elementos similares, que no hay más de dónde cortar, que no generamos talentos como para atrevernos a prescindir de ellos.
Marco Fabián luce más concentrado y enfocado que nunca en su carrera; ese primer semestre de calentar banca en Fráncfort le ha fortalecido mucho y nos permite confirmar que, a diferencia de la mayoría, cuando el ex de Chivas quiere, sin duda es especial, resolutivo, clarividente, desequilibrante.

 

De igual forma, Jonathan Dos Santos disfruta del mejor momento que se le recuerde. Consolidado en un Villarreal de agradable desempeño, es de los pocos que puede cumplir con el rol de recuperar, oxigenar y distribuir al mismo tiempo (pensar que Osorio intentó recientemente poner en ese papel al defensor Diego Reyes); dinámico, inteligente, intuitivo, certero, sacrificado, Jona presume a cada exhibición su genética barcelonista.

 

En el caso de Giovani, siempre podrá verse como un desperdicio que se haya marchado a la Major League Soccer quien tenía capacidad y juventud para continuar en Europa. Como sea, es derecho de cada quien contratarse donde guste y en Los Ángeles está arrasando; sus altas cuotas goleadoras en esa liga, pueden ser discutibles; no así, que tiene que acudir a cada llamado tricolor y que se necesita su creatividad.

 

Atrás queda el convulso cierre de la Copa Oro 2015, cuando Gio posó en el vestuario bebiendo directo de la botella, en evidente desafío a todo quien osara criticarlo. Lo mismo sus poco sensatos mensajes de apoyo a Miguel Herrera tras el incidente que desencadenó su salida del cargo. Hoy, como acontecía en la Copa América Centenario, tiene que estar.

 

Llegamos por último a Alan Pulido, el cuarto gran retorno en esta lista. No deja de ser chocante que en cuanto se solucionó su situación con Tigres y volvió a entrar en el área gravitacional del Pacto de Caballeros al firmar con el Guadalajara, el atacante haya recibido el llamado. Es chocante porque ahora no tiene más méritos que hace un mes o hace seis y porque reitera que las vendettas influyen en plenas decisiones del técnico nacional.

 

Dos partidos amistosos que no servirán para demasiado; acaso intentar restituir la confianza en un equipo que inspira poco, más el absurdo de enfrentar a una Panamá a la que se verá de nuevo unas semanas después en pleno Hexagonal.

 

Los Dos Santos y Fabián tienen que regresar para quedarse. Pulido tiene que demostrar que está para ello.
De ser así y de conseguir comprometerlos en el proyecto, el Tri, en un afligido instante que ya dura varios meses, estará más cerca de tan urgente curación.

 

 

Twitter/albertolati

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